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12/03/2009 - 09:26h

Se investiga una energía renovable basada en la diferencia de salinidad entre el agua de mar y el agua de río

La  desembocadura de los grandes ríos puede proporcionar una sencilla fuente de energía renovable. Esto es lo que asegura el ingeniero holandés Joost Veerman; y puede hacerse sin la necesidad de construir presas ni de interrumpir el abundante tráfico de barcos que suele haber en los ríos grandes.

 

Veerman y sus compañaeros de investigación del Centro holandés para la Tecnología Sostenible del Agua creen que se puede se puede aprovechar el potencial de esta nueva energía canalizando agua dulce del Rin y agua salada del Mar del Norte. Según sus cálculos, se podría producir un Gigavatio de electricidad mediante el proceso que ellos denominan Energía Azul, suficiente para abastercer a 650.000 hogares.

Las diferencias químicas existentes entre el agua salada y el agua dulce son la base de lo que supone esta nueva renovable, que puede ser usada en la desembocadura de cualquier gran río del mundo, desde el Ganges hasta el Mississippi.

Existen dos grupos de científicos desarrollando la Energía Azul; el otro equipo, que es independiente, se encuentra en Noruega.

El origen de este descubrimiento se remonta a los años cincuenta en que Sidney Loeb y Srinivasa Sourirajan, de la universidad de Los Ángeles, desarrollaron un nuevo procedimiento de extracción de agua potable del mar. Su idea se basaba en la ósmosis, un proceso natural por el que el agua pasa de forma espontánea de una solución diluida a una concentrada al pasar por una membrana semipermeable. Descubrieron que usando una membrana sintética y altas presiones, se podía poner en marcha una ósmosis inversa y producir agua potable a partir del agua salada del mar. Ésta es la base de las plantas de desalinización utilizadas hoy en día.

Unos 15 años después, Loeb tuvo otra idea. Se dio cuenta de que este diseño podía ser aprovechado también para generar electricidad. Creó un tanque con dos cámaras separadas por una membrana semipermeable, con agua de mar en un lado y agua dulce en el otro. El proceso natural de ósmosis conducía al agua dulce a colarse en la cámara de agua salada, aumentando la presión. El aumento de presión se aprovechaba para generar electricidad a través de una turbina. Loeb denominó a este proceso presión retardada por ósmosis y la patentó en 1973.

La clave de este método es encontrar la membrana adecuada, que debe ser permeable para el agua dulce, pero no para el agua salada, ser muy fina y muy resistente. Pero Loeb se retiró en  1986 sin haber encontrado el material adecuado.

La presión retardada por ósmosis revivió en 1997, cuando Thor Thorsen y Torleif Holt, decidieron que la tecnología de membranas estaba lo suficientemente avanzada como para hacer realizable la idea de Loeb. Siguen investigando sobre el tema, y creen encontrarse cerca de una solución final.

 
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