11/10/2006 - 11:00h

Crónica desde el futuro: la conducción de un coche eficiente

Coches híbridos: Prius Tras la entrevista en la que nos expone su experiencia de poseer un Prius, el Sr. Magem se ofrece a llevarnos en el coche. La primera impresión es estar frente a un coche elegante. Me subo junto al conductor y lo primero que me llama la atención es un monitor de unos 10x15 cm., situado en el salpicadero, entre conductor y copiloto....

Es una representación esquemática del Prius, que localiza la batería, el motor eléctrico, el de combustión, y tiene unas líneas oscuras que unen los diferentes dispositivos. Más tarde veré para qué sirven.

Posteriormente, observo que el vehículo no tiene ranura para la llave, ni cambio de marchas, ni embrague. Magem me recuerda que es todo automático. El conductor tiene una especie de llavero, que coloca en un lugar específico junto a su asiento, y eso es suficiente para tener el coche listo para el encendido. Una vez el llavero está en su sitio, se presiona un botón de encendido, de unos tres cm. de diámetro. La 'palanca de cambios' es una palanquita situada en el salpicadero, junto al volante, que ofrece la posibilidad de usar el punto muerto, ir hacia adelante o ir hacia atrás. Eso es todo. Me maravilla tal simplicidad de conducción.

Interior del coche hibrido Prius
Salpicadero del Prius



El botón de encendido es apretado y la palanca colocada en la posición correcta. Antes de movernos se pone en marcha el motor de combustión. 'Siempre lo hace al arrancar', dice Magem. Empezamos a movernos por el garaje. Iniciamos una cuesta abajo y el motor de combustión se apaga. Nos deslizamos sin ruido, no hay vibración. La sensación es fantasmagórica, onírica. Mi vista vuelve al monitor. Unas líneas azules indican movimiento desde las ruedas hasta el motor eléctrico, y de éste, hacia la batería. Sí. El Prius está aprovechando la energía cinética para recargar la batería: el colmo de la eficiencia energética.

Salimos del garaje hacia una calle peatonal. El monitor indica también el consumo de gasolina en tiempo real. El consumo es de 0,0 litros por 100 km. El ruido es nulo. Avanzamos por la calle muy lentamente. Algunos peatones miran con sorpresa. Probablemente notan algo extraño, y no saben exactamente el qué. Las flechas azules salen esta vez desde las baterías hasta el motor eléctrico para desembocar en las ruedas. Durante todo el trayecto peatonal, el motor de combustión sigue parado.

Coches híbridos. Botón de encendido
Botón de encendido



Entramos en una calle amplia, aceleramos y automáticamente, el motor de combustión comienza a funcionar. Líneas naranjas y azules se entremezclan y las flechas indican sin dudar en dirección a las ruedas. En el momento en el que el automóvil ha necesitado mayor potencia, sin intervención humana alguna, y muy delicadamente, ambos sistemas propulsores han combinado su fuerza para aumentar la velocidad. Nueva sorpresa. Hay ruido, hay vibración, pero mucho menor del que puede esperarse de un coche de este tamaño. Magem me explica por qué: 'El motor tiene 400 cm3'.

Monitor
Monitor. La foto está hecha en un semáforo en rojo. El coche está totalmente apagado, por eso no se observan las líneas y flechas de colores



Continuamos conversando animadamente sobre híbridos y aparto mi atención del vehículo en que viajamos. Paramos en un semáforo. El coche se para. Se para literalmente. En el monitor las líneas y flechas, de las que había apartado mi vista hacía rato, están completamente apagadas. Ningún motor funciona. Da la impresión de estar metido en un coche calado en medio del tráfico. Y el cambio ha sido de nuevo de una suavidad apabullante.

Tras una vuelta alrededor de Sabadell, durante la cual sigo mirando como bajo hechizo la ensalada de flechas y el continuo parpadeo de líneas azules y naranjas, indicadores de la dirección de la energía, Magem nos deja de nuevo en la misma calle peatonal donde circulamos por primera vez en un coche híbrido, y nos adelanta. Mi fotógrafo y yo avanzamos por la misma calle durante unas decenas de metros, con el Prius delante, observándolo. Lo miro casi con ternura. No hay gases. No hay humos. Visto desde el ángulo del peatón, tampoco hay ruidos. Y mi corazoncito ecologista sueña con el día, bendito día, en que todos los coches que circulen por España sean así.

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