Primero, se encontraron en marzo los cuerpos de 1.200 pingüinos en una remota playa del sur de Chile. Después vinieron las sardinas. Millones de ellas, que fueron encontradas en un punto cercano de esa costa en abril, causando un hedor tan grande que las escuelas cercanas tuvieron que cerrar, y se llamó al ejército para llevarse los peces.
Nadie ha sido capaz de explicar qué es lo que ha causado esta relación de desastres medioambientales aparentemente no conectados entre sí. Se ha culpado al cambio climático, a la sobrepesca, a la contaminación y a la enfermedad. En el norte de Chile, los ecologistas han acusado a las empresas explotadoras de minas de alterar el hábitat de los flamencos drenando el agua subterránea. Se especuló sobre que los pingüinos podían haberse muerto de hambre debido a la falta de pescado, aunque un estudio preliminar de una universidad local sugiere que murieron debido a una infección bacteriana.
Sean las que sean las explicaciones, estos sucesos han producido intranquilidad entre los chilenos; una especie de culpabilidad por no haber hecho suficiente para proteger la espectacular biodiversidad existente en su país. -Chile tiene una legislación muy primitiva gobernando la gestión de sus pescaderías, añade Alex Muñoz, director ejecutivo de Oceana, un grupo internacional de conservación de la vida marina con oficinas en Santiago de Chile. -La sobrepesca es un problema muy serio. Nuestros arrastreros tienen un gran impacto sobre la vida marina. Tenemos que considerar estos problemas si queremos averiguar qué es lo que causó la muerte de los pingüinos y de las sardinas.
Las autoridades pesqueras aseguran que una subida repentina de la temperatura del agua puede haber causado la muerte de las sardinas; los pescadores locales, sin embargo,aseguran que eso no es posible. -Si eso fuese así -pregunta Jorge Pereira, un consultor de grupos locales de pescadores- ¿Cómo es que sólo murieron sardinas? ¿Y por qué sólo aquí?. Él sospecha que algún arrastrero pescó más peces de la cuenta pero solo pudo cargar con una pequeña fracción, devolviendo el resto al mar, muertos o medio muertos.
El caso de los polluelos que no eclosionaron es quizás el más inquietante de todos estos sucesos. De las seis especies existentes de flamenco en todo el mundo, la andina es la más rara. Sólo hay 40.000, y la mitad de ellas viven en Chile, anidando en el Desierto de Acatama. Comparten este territorio con las grandes compañías mineras de cobre de Chile. Algunos ecologistas afirman que la actividad minera está destruyendo el frágil ecosistema y amenazando su biodiversidad.
Pero existe otra posible explicación para la muerte de los pollos: que este vrano fue especialmente cálido y seco en el hemisferio sur, incluso para lo que este desierto tiene por costumbre. Esto causó que el nivel de agua de los lagos descendiese y fuesen más salinos de lo habitual. Eduardo Rodríguez, el director de la agencia gubernamental de protección medioambiental CONAF, dice que las altas temperaturas pueden haber matado las microalgas de las que se alientan los flamencos, forzando a las aves a abandonar sus nidos en busca de comida.
El cálido verano de Atacama es visto por algunos como unsíntoma del cambio climático, que puede forzar a los flamencos a huir a zonas más frescas para anidar. Esta teoría se podría ver refrendad por el imprevisto descubrimiento que se hizo en los Andes chilenos durante este verano: un nido de flamenco a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Normalmente stos pájaros anidan a unos 2.00 metros y rara vez se les ve a mayores altitudes.
Fuente: Time