News Soliclima 26/06/2006 - 15:41h
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Las manos de los trabajadores que separan los residuos en la planta de clasificación de Colmenar Viejo (Madrid) se han topado en muchas ocasiones con sorpresas. Como aquella vez que un camión descargó un burro muerto. O las veces -y los empleados dicen que son muchas- que se han encontrado entre la basura fotos de matrimonios recién casados rasgadas por la mitad.
Gaudí fue el primero en utilizar materiales reciclados de deshechos de construcción. Como sabemos, el resultado fue óptimo |
Si reciclásemos bien, a esta planta sólo tendrían que llegar las cosas que tiramos al contenedor amarillo: envases de plástico, bolsas, latas y briks. Un mensaje que las administraciones se han hartado de publicitar con anuncios que muestran cómo se separan las basuras por colores. Al contenedor azul, los envases de cartón, papel, revistas y periódicos. En el verde tenemos que tirar los envases de vidrio y en el contenedor tradicional, los restos de residuos.
En España se generan al año más de 20 millones de toneladas de residuos urbanos al año (RSU, la basura doméstica y parte de la comercial). El 42% son restos de comida, el 33% son envases y el resto se reparten entre papeles, cintas, juguetes, macetas... Demasiada basura para un país con poco espacio para vertederos. Para Leticia Baselga, responsable de residuos de Ecologistas en Acción, en España hay un problema con la basura orgánica. Los restos de comida suponen la mitad de la basura total porque aquí consumimos muchos alimentos frescos. Hay que ir disminuyendo la materia orgánica que hay en los vertedros convirtiéndola en compost', señala Baselga. Para esta ecologista, muchos envases son inútiles. 'Una cosa es que haya higiene, y otra que haya marcas que envasan las galletas de una en una. Nos estamos pasando', critica.
Y es que los hábitos de consumo han cambiado. La compra diaria en la tienda de barrio ha sido sustituida por la compra masiva en el hipermercado. Eso ha hecho que a la semana entren en cada hogar decenas, cientos de envases de todo tipo. Hace 25 años, los cascos de botella se llevaban a la tienda y allí el tendero los cambiaba por pesetas. Pero el sistema dejó de funcionar a medida que el consumo entre los españoles fue creciendo y con él la compra de más y más botellas.
En los años 90, los vertederos empezaron a saturarse. La Unión Europea decidió poner freno y en 1994 marca a través de la directiva 94/62/CE sobre Envases y Residuos de Envases que el envasador es responsable de que se reciclen los envases que pone en el mercado. La UE obliga a los países a que en 2008 tengan que reciclar el 55% de todos los envases que se ponen a la venta.
El sistema de la devolución del casco de botella en la tienda de barrio ya no resultaba efectivo, así que las empresas españolas decidieron unirse a finales de los 90 para crear un sistema que integrase toda la gestión del reciclaje. La organización sin ánimo de lucro Ecoembes centraliza este sistema con los envases. Ecoembes cobra a las empresas una cuota -mayor o menor según la dificultad del reciclado de los envases- y con ese dinero, paga a los ayuntamientos el sobrecoste que supone el reciclaje para la administración pública (camiones de recogida, contenedores...)
Las 14.500 empresas adheridas a Ecoembes tienen en sus envases el dibujo de una flecha curvada. Están adheridas desde grandes como Nestlé hasta un pequeño convento de monjas que envasa dulces.
Ecovidrio, a su vez, integra a las empresas que trabajan con vidrio. La gestión de Ecovidrio se financia también con los fondos que las empresas envasadoras pagan por cada envase que comercializan. Los fabricantes de papel se agrupan en Aspapel (Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón). Y los productores de plástico también tiene su propia asociación: 'Asociación de Productores de Plástico', que tiene un proyecto de recuperación de los residuos plásticos que proceden de quipos eléctricos y vehículos que ya no funcionen.
'Hay empresas que lo tienen más difícil para recuperar su material reciclado. Las tabacaleras, por ejemplo. A muy pocos se les ocurre que la cajetilla de tabaco, elaborada con celofán, cartón y aluminio, se puede reciclar. Como el papel de los caramelos Sugus', explica Antonio Barrón, director de comunicación de Ecoembes.
Lo que está claro es que a los españoles hay que ponerles las cosas muy fáciles. Los contenedores amarillos antes tenían una tapa grande. Ecoembres los está cambiando progresivamente a contenderos con un solo agujero para evitar que la gente tire dentro cualquier cosa. Los envases que terminan en la basura normal tardan muchísimo tiempo en descomponerse. Una botella de plástico puede sobrevivir 200 años en un vertedero, según Ecoembes. Y al año se ponen en el mercado 120.000 millones de unidades de envases. 'El año pasado, conseguimos reciclar la mitad', afirma desde la asociación Antonio Barrón.
El reciclaje produce 'milagros', como que seis botellas de plástico se conviertan en una bufanda polar. O que una bolsa de la compra blanca termine en forma de maceta negra. La bolsa empieza el viaje en el contenedor amarillo. Allí es recogida por un camión que la translada hasta una planta de clasificación de residuos. Por ejemplo, la de Colmenar Viejo de Madrid u otra que hay en Bilbao. 'Aquí nos ha llegado hasta un cerdo muerto', cuenta Miren Duñabeitia, una de las trabajadoras de la planta vasca.
'Al año nos llegan 19.000 toneladas de basura de contenedor amarillo', explica Daniel Clemente, jefe de la planta de Colmenar, mientras señala en lo alto de una montaña de basura de colorines una silla. 'Eso no tendría que estar aquí'. Ni tampoco una pierna ortopédica que les llegó el otro día. 'También nos llega mucha cinta de la que pone la policía cuando hay un suceso para separar las zonas. Pero eso tampoco se puede reciclar, y nos atasca las máquinas', explica con paciencia Clemente.
Luego, los residuos pasan por un colador enorme que se llama tromel: en una primera criba se eliminan los restos que no tendrían que estar en esta planta de clasificación y son enviados al vertedero. El último proceso de selección es manual. Y hasta aquí llegan también las bolsas de plástico. Un grupo de trabajadores, en su mayoría mujeres, clasifican a mano y en turnos de ocho horas los residuos por envases, por distintos tipos de plástico. El siguiente paso es hacer distintos paquetes con los diferentes materiales que irán destinados a las plantas recicladoras.
En Bilbao está la planta recicladora Bizkaiko Plastiko Berziklategia, que transforma las bolsas de plástico de la compra -blancas y con colorines- en una materia negra que sirve para hacer palés, tuberías y macetas. Las bolsas entran en una cámara y salen transformadas -a través de un proceso que recibe el nombre de estrusión- en una materia viscosa en forma de espagueti.
'Las bolsas se calientan, se compactan y ya salen transformada en materia', explica Pedro Goicoechea, responsable de la recicladora. Luego, otra máquina corta las tiras largas en pequeñas bolitas, como si fuese confeti oscuro. Ese material ya sirve para elaborar los productos. Y fin del proceso de reciclaje.
Pero aún queda mucho por recorrer. En España cada vecino genera en un año unos 600 kg de residuos sólidos urbanos (RSU). Y a éstos hay que añadir los residuos industriales, los de construcción o los mineros. Sólo las dos primeras categorías cuadruplican los RSU en la Unión Europea, según señala Eurostat. Basura que también multiplican el tamaño de los vertederos. Nos queda seguir el ejemplo de algún país europeo. De 1997 a 2003, Bélgica ha logrado disminuir su producción de basura per cápita un 4% y los Países Bajos y Finlandia han conseguido un crecimiento 0.
En las últimas décadas el aumento del consumo de productos electrónicos ha planteado un nuevo problema al reciclado. ¿ Qué hacemos con el teléfono móvil antiguo cuando nos cambiamos de modelo ? La Asociación Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica y comunicaciones (Asimelec) tiene tres fundaciones que ya han recogido y reciclado más de 2.600 toneladas de equipos electrónicos y eléctricos.
'Por un lado, está la iniciativa Tragamóvil para recoger teléfonos móviles y sus accesorios. Hasta la fecha hemos recogido más de 350 toneladas de residuos', explica Gonzalo Torralbo, director adjunto de Asimelec. Est entidad tiene otro proyecto, Ecofimáticaque engloba al sector de quipamiento de oficina e imp e impresión. Hay una red de recogida nacional que recoge copiadoras, impresoras y faxes.
Además, dentro de Asimelec -que en total engloba a 300 empresas- hay una tercera pata, ecoEcoasimelec, que reúne a empresas de telecomunicaciones, electromedicina, fotografía, máquinas recreativas o informática. Pero aún no hay suficiente conciencia de que hay que reciclar los aparatos electrónicos. El 90% de los ordenadores del mundo acaban en los basureros. Se calcula que el 5% de la basrua que genera la UE es 'tecnobasura' está creciendo al triple que la normal ya que la vida útil de un ordenador es cada vez menor. En España, en 2005 se generaron 200.000 toneladas de tecnobasura. Hay una normativa además que obliga a la industria a asumir el reciclaje de los viejos aparatos. También hay otras empresas que los reparan y los regalan a ONG. Una de estas asociaciones es Tecnología x Tothom (TxT), formada por estudiantes y personal de la Universidad Politécnica de Cataluña.
Otro producto delicado a la hora de reciclar son los medicamentos. Para las empresas farmaceúticas existe el Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases del Sector Farmaceútico (SIGRE). Las farmacias tienen el llamado 'punto sigre' donde se pueden depostiar los envases vacíos de medicamentos, los envases con restos de medicamentos y los medicamentos cadudados.
Fuente: Susana Hidalgo. El País, 18 de junio de 2006