News Soliclima 24/10/2005 - 16:34h
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Por extraño que pueda parecer, el primer motor Stirling no es uno de esos dispositivos de alta tecnología desarrollado recientemente por las grandes compañías para hacer frente a la posible carencia de combustibles fósiles, sino que nació a principios del siglo XIX como respuesta a la máquina de vapor, que a veces explotaba debido a excesos de presión, y fue eclipsada por el motor de combustión interna, de encendido más rápido, a pesar de que su eficacia es menor.
Robert Stirling fue un sacerdote escocés que, además de dedicarse a las labores propias de su oficio, ejerció como inventor durante toda su vida. La principal herramienta que nos ha dejado en herencia es el motor Stirling mismo, que desarrolló en su momento como respuesta a la máquina de vapor, que explotaba a veces por subidas de presión, matando a quienes se encontraran alrededor.
Es eficaz, puede llegar a no emitir ningún tipo de contaminación y apenas produce ruido o vibraciones. Puede parecer que sería ideal para aplicar en la industria del automóvil, y de hecho, durante los años 70 del siglo XX, en plena crisis del petróleo, se realizaron investigaciones intensivas sobre su aplicación en turismos, pero se abandonó el proyecto al bajar los precios de nuevo debido al inconveniente que presenta en cuanto al tiempo de encendido: demasiado lento para nuestras expectativas en la vida urbanita. Uno de los prototipos fue llamado AMC Spirit y funcionaba con gasolina, diesel o gasohol.
Algunas de las aplicaciones reales que se le dan hoy día son:
La principal característica de este motor es que es alimentado por una fuente de calor externa, por lo que puede usar desde un proceso de combustión convencional usando combustibles fósiles, hasta pérdidas de calor excedentes de un proceso industrial, pasando por la energía solar. Es silencioso y no produce más sustancias contaminantes que las de la fuente de alimentación original. Dentro del motor se halla un compartimento estanco lleno de un gas -que puede ser aire, helio o hidrógeno- dividido en dos zonas: una caliente y otra fría, que se corresponden con los dos ciclos de cada revolución. El calor hace expandirse al gas que se encuentra en la zona caliente, que presiona de esa forma un pistón que a su vez mueve una manivela a la cual se encuentra enganchada una rueda. Al aumentar de volumen, el aire accede a la cámara fría, donde se contrae debido a la disminución de temperatura. Este hecho acciona el segundo pistón.
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