News Soliclima 20/02/2006 - 18:57h
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Los edificios ecológicos han pasado de ser una opción de minorías concienciadas con el desarrollo sostenible y la calidad de vida de las personas, a imponerse casi como una obligación o aliciente económico para los promotores, constructores y arquitectos.
Hoy resulta casi impensable que en España la Administración legisle en materia de vivienda sin introducir los conceptos de desarrollo urbano sostenible, consecución de la calidad, conservación medioambiental o sostenibilidad de la edificación. Términos que aparecen recogidos en el decreto del Ministerio de la Vivienda, firmado por el Rey y la ministra de Vivienda en Valencia, el uno de julio de 2005, por el que se aprueba el Plan Estatal 2005 - 2008 para el acceso del ciudadano a la vivienda.
Este Plan de Vivienda pretende contribuir, entre otros objetivos de desarrollo urbano sostenible, a conseguir la calidad y conservación del medio ambiente, evitando el "despilfarro de los recursos naturales". No sólo porque tal medida "contribuye a mejorar, de manera integral, la calidad de vida de los ciudadanos", sino porque no hay más remedio. Y no lo hay porque el Estado ha asumido una serie de compromisos internacionales - como el Protocolo de Kyoto- y tiene obligación de secundar las políticas de ámbito europeo, como la Estrategia Territorial Europea, la Estrategia de Lisboa y la Agenda de Goteborg.
De ahí que el decreto dedique el capítulo VII a regular el "programa de mejora de la calidad, la innovación y la sostenibilidad de la edificación y establezca "ayudas a los promotres para la mejora de la calidad, la sostenibilidad de los edificios y el impulso de las experiencias más innovadoras".
El Gobierno se compromete, mediante este texto legal, a que los promotores de viviendas calificadas o declaradas protegidas, de nueva construcción, podrán "obtener subvenciones con cargo a los presupuestos del Ministerio de Vivienda" cuando estas viviendas "incorporen mejoras en su calidad, por encima de los mínimos obligatorios, que contribuyan a mejorar el grado de sostenibilidad de la construcción".
No especifica la cuantía, pero afirma que, por decreto, "establecerá las subvenciones y loos requisitos y condiciones para su obtención, cuando se aprueben tanto los instrumentos que permitan evaluar los niveles de calidad como el Código Técnico de la Edificación, determinando aquellas medidas de aplicación obligatoria tendentes a garantizar mínimos de calidad y de sostenibilidad en la edificación". También podrán obtener subvenciones por "mejoras en eficiencia energética, cuando se apruebe una Orden del titular del Ministerio de Vivienda, que determine las características y los requisitos para su obtención".
El fomento de los edificios ecológicos está justificado desde el mismo momento en que toda nueva construcción, rehabilitación o mantenimiento de edificios y urbanizaciones causa un impacto en el medio ambiente y suele repercutir negativamente en los recursos naturales. A esto se suma el que consumen el 50% de energía utilizada en un país.
El parque urbano representa, según cálculos publicados en diferentes estudios, la mitad de las emisiones de dióxido de sulfuro, presente en los combustibles y residuos domésticos; la cuarta parte de las de óxido nitroso y la tercera de las emisiones de dióxido de carbono, que es el gas con mayor incidencia en el efecto invernadero y el calentamiento del planeta.
Sin embargo, el daño al medio ambiente de viviendas, oficinas y centros de ocio puede reducirse bastante. Una de las soluciones pasa por las pautas en la construcción de nuevos edificios y en la rehabilitación de viviendas, tengan o no carácter de emblemáticas, singulares o históricas.
El reto que tiene ESpaña, por su condición de ser el país que dispone de más suelo urbanizable de la Unión Europea, es construir edificios verdes que utilicen en el mayor grado posible las energías renovables, que hagan uso sostenible de los recursos naturales, produzcan menos contaminación, ruido y residuos durante la fase de construcción y posterior uso. Sin dejar de ser bonitos, habitables, confortables, luminosos, seguros y, en la medida de lo posible, del mismo precio que los convencionales.
La mayor parte de las casas, edificios, locales y urbanizaciones se construyen rápidamente, en busca de la máxima rentabilidad económica. Los constructores y arquitectos suelen pensar menos en la calidad de vida de las personas que van a usarlos como residencia o lugar de trabajo.
Los edificios ecológicos rompen con esta tendencia y en su edificación se utilizan materiales más respetuosos con la naturaleza o la zona en la que se sitúan; materiales menos contaminantes y con poco impacto ecológico: cristal, fibras vegetales, ladrillos de cerámica, madera, morteros con cal, piedra y tierra. Se procura aislar lo más posible la edificación para impedir las pérdidas de calor, y fomentar simultáneamente la entrada de luz y calor solar. Siempre que es posible, se evita el uso de cemento y materiales que faciliten la integración estética de la edificación en el entorno paisajístico y urbano.
Los edificios ecológicos pueden obtener entre un 50% y un 80% de ahorro energético respecto a los convencionales. Para conseguirlo, hay que tener en cuenta -en la fase de diseño y construcción- la orientación que permita la máxima captación solar en las épocas frías; las condiciones del terreno, el recorrido del sol y las corrientes de aire, aplicando esos parámetros en la distribución de los espacios y la orientación de las ventanas, ventanales y demás espacios acristalados, con el propósito de que no sea imprescindible la utilización del aire acondicionado o calefacción.
Un aspecto importante es la distribución - con criterios de sostenibilidad- de habitaciones, despachos, espacios comunes y de recreo. Por ejemplo, en una vivienda unifamiliar, la zona donde los habitantes pasan la mayor parte del día debería orientarse hacia el sur; la cocina y el comedor, hacia el sureste; los baños y lugares de tránsito, como pasillos o vestíbulo, hacia el norte o noroeste.
El uso de energías renovables, como la solar térmica, es un método indispensable en el ahorro de energía del edificio; ahorrar agua es otro criterio fundamental que aplicar en los edificios construidos con criterios ecológicos.
Fuente: La Gaceta de los Negocios