José María González, presidente de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), denuncia el mal aprovechamiento de las renovables en España, "las únicas autóctonas, ecológicas, seguras e inagotables".
España ocupa el segundo lugar en el mundo en energía eólica, el primero en solar termoeléctrica y el cuarto en solar fotovoltaica. Cuenta con los beneficios que recibe del sol, con un viento de calidad y cientos de kilómetros de costa. Pero no es oro todo lo que reluce. "No aprovechamos eficientemente los recursos que disponemos", denuncia José María González, presidente de la Asociación de Productores de Energías Renovables (Appa). "Podríamos utilizar mucho más y mejor las renovables". El desfase sobre el cumplimiento de los objetivos de Kioto, superior al 50%, indica la tendencia ambiental incorrecta que seguimos. "Tendríamos que conseguir que el cien por cien de nuestro abastecimiento energético proceda de fuentes de energía renovable; las únicas autóctonas, ecológicas, seguras e inagotables", dice González. El presidente de Appa no se enrojece cuando afirma que España "no va a cumplir con el Plan de Fomento de las Energías Renovables" previsto hasta 2010, cuya meta es alcanzar que las fuentes de energía renovables cubran, como mínimo, el 12% de la demanda total de energía primaria. "Además de que veo poca voluntad política para alcanzarlo, el deficiente crecimiento de fuentes importantes, como las biomasas, y el despilfarro energético del país, impide que las renovables, aunque crezcan, ganen cuota de mercado", asegura González.
El coste del consumismo
La tendencia globlal apoya esta teoría. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), las renovables sólo cubrieron el 5,9% de la demanda en 2005, menos que cinco años antes. "El culpable es el pésimo índice de intensidad energética de nuestra economía: consumimos un 19% más de energía por producto que el resto de la UE. Ahí se diluye el esfuerzo de las renovables", explica González, que recuerda a los consumidores que "ellos son los que cargan, sin saberlo, con costes excesivos y cada vez más creciente".
Tal vez por el desconocimiento, por la vigente cultura del consumismo, por no perseguir la eficiencia o porque el sistema no da señales de precios a los consumidores, "los españoles gastamos más de lo que necesitamos, y un mayor ahorro no implica una pérdida de calidad de vida", afirma González.
Recientemente, se ha publicado uninforme que indica que España es el mejor país del mundo para invertir en renovables. "Refleja la gran calidad de la tecnología nacional, el saber hacer de nuestras empresas y los adecuados marcos regulatorios, ya desde 1980, para garantizar las inversiones", anuncia. No obstante González advierte que las renovables están en plena "juventud" y las buenas expectativas pueden desembocar en el fracaso. "Hay que andar con pies de plomo en mercados inmaduros, ya que unas malas señales por parte del regulador pueden impedir que alcancen la plenitud", advierte. ¿Hacia dónde vamos?
A la hora de prever el futuro, González se apoya en el creciente precio del petróleo y en la internacionalización de costes ambientales de las energías convencionales, ejemplificada en el Protocolo de Kioto. "La inversión esta llegando, y el horizonte es bueno, pero todavía depende del rumbo que tomen la política energética nacional y la comunitaria", reflexiona.
El primer test de la política nacional con la revisión del Real Decreto 436/04, está a punto de llegar, "pero deberíamos plantearnos qué queremos para 2050, y liderar esa política en la UE. Esto es el interés general", asegura González. "La política comunitaria persigue reducir la dependencia energética continental y, a juzgar por las líneas gruesas de su estrategia, está infravalorando a las energías renovables. Se ve que los legisladores de Bruselas no están bien informados ni de su capacidad actual ni de su potencial futuro", denuncia González. Aunque, tal vez, "somos nosotros los que suspendemos en nuestra función de lobby", finaliza.
Expansión, 5 de junio de 2006