Una caldera a gas de condensación puede ahorrarnos hasta 400 euros anuales si la utilizamos en lugar de una de gasóleo, con lo cual en poco más de un año se habrá amortizado la diferencia de precio entre ambas.
Una caldera de condensación alcanza un rendimiento de 110%; esto no significa que produzca más energía que la que consume. Este rendimiento de más que consigue frente al 85% de las calderas convencionales se basa en que aprovecha el calor residual del humo para producir calefacción, cosa que las demás no hacen. El humo de las calderas sale normalmente a temperaturas muy elevadas, incluso más de doscientos grados, mientras que el humo de las calderas a condensación es emitido a unos 45º.
Otra ventaja de las calderas de condensación es que tienen un sistema diferente de combustión: la combustión se realiza hacia abajo, alcanzo temperaturas más elevadas, con lo que se aprovecha mejor el combustible.