12/05/2009 - 15:02h

La otra cara de las lámparas de alto rendimiento

Bombillas de alto rendimiento: peligrosa fabricación en ChinaLa enorme demanda de lámparas de alto rendimiento que empieza a vivirse en todo el mundo debido a la prohibición del uso de las incandescentes ha conducido a muchos empresarios chinos a fabricarlas. China comienza a ser el almacén del mundo, pero las condiciones en las que viven sus trabajadores distan mucho de parecerse a las de los privilegiados occidentales; cientos de esos trabajadores que fabrican nuestras bombillas, han debido ser hospitalizados debidos a la exposición al mercurio.

 

Sin duda, las bombillas de alto rendimiento tienen el potencial de reducir significativamnte las emisiones de CO2. En Inglaterra, por ejemplo, la atmósfera se ahorrará 5 millones de tonelads de dióxido de carbono anuales gracias a estas bombillas.

Pero el uso de estas bombillas, muchas de ellas provenientes de China, tiene también otra cara. En su interior hay mercurio, una sustancia altamente contaminante y tóxica para el cuerpo humano. Por este motivo, es imprescindible que las bombillas estén sometidas a un estricto régimen de control durante su proceso de fabricación, así como que se asegure se reciclaje una vez desechadas.

El problema en China, su mayor fabricante, consiste en que su proceso de fabricación no está sometido a los mismos controles de calidad que en Europa o EEUU, donde se utilizan. De hecho, las fábricas chinas suelen tener unas condiciones de trabajo deplorables, y cientos de trabajadores chinos son sometidos durante su horario laboral a altas concentraciones de mercurio. De hecho, algunos de ellos alcanzan una concentración de mercurio 150 veces más alta de lo aceptado.  Los consumidores occidentales desconocen las condiciones en las que se fabrican las bombillas, de las cuales, por cierto, el gobierno español ya ha comprado varios cientos de miles con el objetivo de regalarlas entre la población.

Irónicamente, es precisamente en China donde se conocen los efectos del mercurio desde hace dos mil años. La leyenda dice que el primero emperador chino, Qin, murió tras ingerir jade y mercurio pensando que podrían proporcionarle la vida eterna. Pero no hay motivo para pensar que en nuestra era los trabajadores chinos deban tomar el simbólico brebaje a la salud de Occidente en la batalla contra el cambio climático.

Fuente: Ecowordly

 
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