Justo "en el momento más dulce del debate nuclear", cuando parecía que se hacía mella en una opinión pública manifiestamente antinuclear, ahora que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero renunciaba a su compromiso de poner fecha de cierre a las centrales nucleares... vienen unos gestores incompetentes y codiciosos y ponen bajo los focos el aspecto de la energía nuclear que se había soslayado: la verdadera cara de la seguridad en las centrales nucleares españolas.
El caso de Ascó ha vuelto a evidenciar que Endesa e Iberdrola gestionan las centrales nucleares catalanas anteponiendo sus intereses económicos a la seguridad. Ya lo demostraron hace cuatro años, cuando la oxidación del sistema de aguas esenciales de la central de Vandellós II, tolerada durante una década, hizo saltar una boca de hombre (abertura de acceso) e inició un escándalo en el que, como ahora, las eléctricas escondieron los hechos para después minimizarlos, y destituyeron, que no despidieron, a los máximos responsables de la central. Y es que hace cuatro años los niveles de seguridad exigibles a una central nuclear ya eran muy altos, y la única manera de que esta energía sea competitiva es rebajar sus exigencias.
El accidente de Ascó vuelve a poner sobre la mesa el precio real de la energía nuclear generada por las viejas centrales. ¿Y las nuevas? No hay buenas noticias. El presidente de E-On, Wulf Bernotat, declaró hace menos de un mes que las nuevas nucleares que teóricamente hay que construir en Europa costarían entre 5.000 y 6.000 millones de euros cada una, excluyendo la gestión de los residuos. Areva, la empresa pública francesa, lleva ya unos 2.200 millones de euros perdidos en la central que construye en Finlandia. Además, el precio del uranio se ha cuadruplicado en los últimos años y ha pasado del 2% a más del 4% de los costes operativos de una central atómica.
Afortunadamente, no tenemos por qué arriesgar un capital siempre escaso de nuestro país en tan ruinosa aventura. El recién publicado estudio de Greenpeace Renovables 100%: Cataluña demuestra que Cataluña tiene potencial sobrado para satisfacer la demanda eléctrica futura, e incluso la energética, con energías renovables, y que si optamos por construir este sistema energético renovable, en el año 2050 nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos pagaremos la electricidad a un precio más económico que si seguimos apostando por la energía nuclear y los combustibles fósiles.
Greenpeace ha publicado que crear este sistema para 2050 costará poco más de 18.000 millones de euros, amortizables en un periodo de 3 a 10 años, sólo por el ahorro de combustible y el descenso de emisiones de CO2. Por el precio (actual) de tres nucleares de hoy podremos crear mañana todo un sistema eléctrico renovable sin riesgo de accidentes, sin aumentar nuestro legado radiactivo, sin contribuir al cambio climático y con una independencia energética real al menos en la generación de electricidad.
El accidente de Ascó ha puesto de manifiesto que la seguridad y la economía son dos límites de la energía nuclear que sumar a la no resuelta gestión de los residuos.
Necesitamos una revolución energética renovable y debemos empezar ya. Demos a la energía nuclear el lugar que le corresponde: el cierre. Encaremos el futuro con tecnologías refinadas, innovadoras, eficientes: las renovables. El cambio climático, el alza de los precios del petróleo, la crisis económica que puede llegar, el aumento disparatado de la demanda y los hijos de nuestros hijos, nos lo piden a gritos.
Fuente: El País.