Los psicópatas se caracterizan por su falta de empatia por las demás personas, por lo que el principal motivo de su relación con los demás es el interés egoísta. Si trasladamos este término al ámbito ecologista, nos daremos cuenta de que una gran parte de nuestra sociedad la conforman personas que podríamos catalogar de eco-psicópatas.
La eco-psicopatía se puede describir como una "falta de empatía, conexión o sentido de responsabilidad hacia el mundo natural, lo que resulta en su abuso y explotación". Es un concepto nuevo creado para nombrar a individuos incapaces de conectar con los demás seres sintientes ni con la naturaleza en sí, como sí lo hacían nuestros antepasados lejanos y lo siguen haciendo los pueblos indígenas que aún perviven (mejor dicho sobreviven). Muchos psicólogos opinan que la psicopatía es un trastorno incurable, pero en cambio la eco-psicopatía quizás sí tenga cura: el contacto e interacción frecuente con el medioambiente y el aprendizaje sobre él pueden ser las claves.
Dicho "trastorno" surge de la visión de la naturaleza como fuente de recursos; de pensarnos a nosotros mismos como habitantes del mundo y no cómo parte constituyente del mismo. Esta visión, lejos de ser cierta o falsa, es definitivamente problemática, pues deriva en el uso indiscriminado de todo aquello a nuestro alcance, en la explotación del entorno, en su paulatina destrucción. La mentalidad es la de aprovechamiento y no la de acercamiento.
Parece que no hubiéramos dejado atrás el antropocentrismo: los humanos nos creemos superiores al resto de habitantes del planeta, incluso necesarios. Nuestra actitud soberbia dificulta poder aprender del entorno natural en profundidad y sobretodo provoca un trato distante o despreciativo hacia él.
La degradación de los ecosistemas, la contaminación ambiental, el cambio climático y un aumento en las catástrofes naturales a causa de éste son solo algunos de los hechos que están haciendo reflexionar a mucha gente acerca de su relación con el entorno, de modo que se está generando un cambio de paradigma.
La realidad es que estamos conectados a la naturaleza, somos parte de ella, ella nos creó y a ella pertenecerán nuestros cuerpos: nuestra supervivencia depende de no olvidar nunca de dónde venimos.