El conflicto ruso contra Ucrania ha hecho saltar las alarmas sobre el consumo de gas en Europa. Las autoridades, y también los ciudadanos, temen que aumente el precio o decaiga el suministro y no se puedan calentar más sus hogares y edificios, que actualmente dependen en gran medida de calderas convencionales de gas. A raíz de la situación bélica actual, los políticos se han volcado en la diversificación del abastecimiento, y la Comisión Europea planea prescindir de las importaciones rusas, un 40% del consumo total de gas, de cara a 2027.
"La reducción de las importaciones de gas ruso sólo puede producirse si hay un cambio significativo en la forma de calentar nuestros hogares y oficinas, nuestras escuelas y edificios públicos", dijo Jan Rosenow, director del Proyecto de Asistencia Reguladora, que asesora a los gobiernos en su transición energética.
Los edificios son el sector que más gas consume a nivel europeo, responsable de cerca del 38% del consumo total. De este gas, la mayor parte se destina a la calefacción; más de la mitad de los hogares europeos cuentan con una caldera de gas. La Comisión quiere acelerar el despliegue de las bombas de calor dentro de su plan REPowerEU, con el objetivo de instalar 10 millones de unidades en todo el bloque en los próximos cinco años.
Además, la ampliación del sector tiene otro beneficio importante, y es la descarbonización de los edificios, que suponen un tercio de las emisiones energéticas de la UE, es una parte fundamental del Pacto Verde Europeo.
Las empresas locales afirman que la demanda se ha disparado en las últimas semanas debido al aumento del precio del gas y a la preocupación por la seguridad del suministro provocada por la guerra de Rusia.
Hans Schmidt, que dirige una empresa de instalación de bombas de calor en Baviera, afirma que el número de llamadas que recibe de posibles clientes se ha multiplicado por diez desde febrero. "La gente tiene miedo", dice. "No solo por los precios, sino que me están llamando clientes que tenían prevista la instalación en verano u otoño. Dicen: "quizá mañana no haya más gas, ¿podemos hacerlo antes?".
En un único día de la semana pasada, Schmidt dijo que recibió tres docenas de consultas sobre bombas de calor. Pero él, como muchos de sus colegas, no puede satisfacer esa demanda. El problema no es el abastecimiento de las unidades: "Tenemos muchas instalaciones de producción en Europa", dijo Nowak. En cambio, el principal reto de la industria es la escasez de personal cualificado. Schmidt dijo que es casi imposible encontrar técnicos de calefacción en Alemania. "Buscamos gente desesperadamente", dijo. "Una vez llamé a la oficina de empleo y dije que necesitaba instaladores de sistemas de calefacción. Se echaron a reír".
Otro problema es la falta de concienciación. En Alemania, más de un tercio de las nuevas construcciones en 2020 eligieron calderas de gas en lugar de bombas de calor. "Desgraciadamente, muchos instaladores son viejos o anticuados, suelen decir que las bombas de calor son solo para los edificios nuevos", dice Schmidt. "Pero eso ya no es así... funcionan para casi cualquier casa".
Sobre eso, Andreas Graf, analista de política energética de la UE, dijo que el aprovechamiento de los técnicos de calderas de gas será clave para combatir la escasez de personal a corto plazo, ya que pueden obtener la certificación para instalar bombas de calor con unas pocas sesiones de reciclaje.
A demás, Graf afirma que los gobiernos deben dejar claro a los consumidores que las calderas de combustibles fósiles no tienen futuro, que se debe fijar una fecha de retirada de estas y a su tiempo aumentar la adopción de bombas de calor.
Las bombas de calor son sólo una parte del rompecabezas cuando se trata de reducir la demanda de gas y descarbonizar los edificios. El cambio a las bombas de calor, incluso en los países en los que el gas es la principal fuente de energía, reduciría la demanda de éste de forma significativa. Además, en el mejor de los casos, tanto para el clima como para la seguridad energética, las bombas de calor funcionaran con electricidad producida por energías renovables, lo que significa que los países tendrán que aumentar su capacidad eólica y solar.
Muchos países ya subvencionan en gran medida las bombas de calor -en Alemania, el Estado cubre entre el 35% y el 45% del coste-, pero "los costes iniciales siguen siendo un obstáculo", reconoció Rosenow, del Proyecto de Asistencia Normativa. "Para las personas que ya están bastante apretadas con las finanzas, esto va a ser difícil. Así que se necesitaría una financiación masiva de apoyo público para que el crecimiento sea muy rápido", añadió. Los gobiernos también tendrán que prestar atención a que partes de la sociedad no se queden atrás en el cambio a las bombas de calor. Los propietarios de casas tienen muchas más probabilidades de instalarlas que los inquilinos de apartamentos, en parte debido al coste.
Sin embargo, para un número creciente de europeos, el aumento en el coste de los combustibles fósiles es suficiente motivación para dar el paso. "Hace dos años, cambiar el petróleo o el gas por una bomba de calor significaba hacer algo por el medio ambiente, pero no por el bolsillo", dijo Schmidt. "Eso está cambiando ahora". A pesar de los retos que supone el aumento de la implantación, las bombas de calor serán cada vez más populares, afirma. "Ese tren está en marcha y es imparable".
*Bomba de calor: las bombas de calor, que se asemejan a los aires acondicionados y se colocan en el exterior de los edificios, calientan las casas moviendo el calor en lugar de producirlo. Mediante la electricidad, extraen y concentran el calor del aire exterior (aerotermia), el suelo o el agua y luego "bombean" ese calor al interior de la casa.
Fuente: https://www.politico.eu/article/eu-heat-pumps-stop-russia-gas/