Así, el precio del trigo y del arroz licitó el año pasado un 130% y un 120% respectivamente, y millones de personas en el mundo entero sufrieron los efectos: hambre y pobreza.
Los editores de Lancet instan los gobiernos a abordar la crisis, que ha provocado protestas populares y muertos en países como Camerún, Senegal, Burkina Faso, Costa de Marfil, Egipto y Haití.
Entre los ejemplos que pone la revista del aumento de consumo de biocombustibles hay el de Estados Unidos. Según Lancet, el volumen de maíz consumido por los vehículos de este país cubriría las necesidades alimenticias de 82 países.
La publicación también muestra satisfacción por el hecho que la Unión Europea se haya
replanteado la política de biocombustibles. Además, insta a los jefes de gobierno y de instituciones como la ONU y el Banco Mundial a abordar la crisis des de la raíz, y no con soluciones a corto plazo, como la ayuda humanitaria. Por ejemplo, que Estados Unidos y Francia proporcionen ayuda a países donde hay falta de alimentos, pero harían mejor en abolir los subsidios agrícolas que proporcionen a los granjeros, asegura Lancet.
Otros causas que han influido en la crisis de alimentos son el cambio climático y los subsidios agrarios.