Según Naciones Unidas, el círculo vicioso de pobreza económica, hambre y malnutrición daña la salud y el desarrollo socioeconómico del 30% de la humanidad, especialmente en los países en desarrollo. Un buen estado nutricional permite a las personas crecer, desarrollarse, resistir las enfermedades y ser conscientes de todo el potencial que tienen como individuos y sociedades. Por el contrario, la desnutrición, que afecta a 850 millones de personas en todo el mundo, nos hace más vulnerables a las enfermedades y a la muerte prematura.
En las zonas de Filipinas donde Intervida está presente, es común que los niños tengan que caminar largas distancias hasta llegar a la escuela con el estómago vacío. Esto, además de afectar gravemente a su salud, se traduce también en una falta de atención en clase. Los niños se distraen fácilmente y tienen muchas dificultades para concentrarse, incluso se quedan dormidos durante la lección.
Durante 2007, Intervida ha comprobado que un 41% y un 39% de los estudiantes de las escuelas a las que da cobertura en El Pilar y Legazpi, respectivamente, presentan un peso inferior al normal, unas cifras que superan ampliamente la media de país, que se sitúa entorno al 28% de niños menores de cinco años desnutridos.
Como parte del programa para mejorar la salud y la nutrición de las comunidades con las que trabaja, –y que se complementa con la atención nutritiva y la formación sobre hábitos saludables en las escuelas primarias y en los centros de día para los más pequeños– Intervida ha puesto en marcha en 40 de los hogares con menos recursos de las comunidades de Millabas y Milagrosa, en la provincia de Sorsogon; Buhatan, en Albay; y Buluang, en Camarines Sur, los Gulay sa Balay, huertos biológicos intensivos que tienen como objetivo mejorar la seguridad alimentaria de toda la comunidad.
El cultivo de alimentos en los propios hogares posibilita a las familias el acceso directo a una dieta sana y garantizan la disponibilidad de alimentos durante los períodos de escasez. Al mismo tiempo, estos huertos les proporcionarán a las familias un aumento de su poder adquisitivo gracias a que gastarán menos en alimentación y, si la producción es suficiente, podrán vender los excedentes y generar unos ingresos que, a su vez, les servirán para comprar otros alimentos nutritivos. Iniciativas de este tipo son especialmente importantes en las zonas rurales donde las personas tienen pocas oportunidades de obtener ingresos.
Un huerto bien planificado puede ofrecer la mayoría de los alimentos básicos que necesita una familia durante todo el año, como raíces y tubérculos, hortalizas y frutas, legumbres, hierbas y especias. Las raíces y los tubérculos son ricos en energía y las legumbres son importantes fuentes de proteínas, grasa, hierro y vitaminas. Las hortalizas y las frutas proporcionan vitaminas y minerales esenciales, sobre todo ácido fólico, y vitaminas A, E y C. Las verduras y frutas son un componente vital de una dieta saludable y deben consumirse como parte de cada comida. La carne, el pollo y el pescado son buenas fuentes de proteínas, grasas y micronutrientes, en particular hierro y zinc, que son especialmente importantes en la alimentación de los niños pequeños para asegurar su crecimiento normal y desarrollo intelectual.
El establecimiento de huertos familiares orgánicos en los hogares es el punto de partida para fortalecer la seguridad alimentaria en la comunidad y atender la malnutrición entre los niños del archipiélago, donde el 20% de los recién nacidos pesan menos de 2.500 gramos. En el futuro, Intervida prevé ampliar el proyecto con la plantación de árboles frutales como papaya o banana, así como con ganado avícola y porcino.