La biomasa es una de las energías renovables que se están fomentando desde las instituciones públicas. Bajo esta denominación se acumulan conceptos distintos, tales como el aprovechamiento del metano producido por los desechos fecales ganaderos o la combustión de maderas recicladas.
Y es aquí donde está el meollo de la cuestión. Los pellets son unas bolitas prensadas fabricadas a partir de un material triturado procedente de maderas recicladas y de residuos forestales procedentes del mantenimiento que se realiza para evitar incendios.
Pero los incendios, como resulta obvio durante estos días, no están siendo evitados. Según la Obra Social de la Caixa de Catalunya, el 65% de las casi dos millones de hectáreas de bosque que hay en Catalunya no tiene ningún tipo de mantenimiento. Es decir, están llenos de rastrojos, ramas y hojas secas que convierten estos bosques en un polvorín listo para ser consumido por los incendios forestales cada verano.
Tenemos, por un lado, la necesidad de crear una industria propia de pellets, que en su mayor parte son importados de países donde el uso de la biomasa como combustible doméstico está más extendido; por otro, tenemos una masa forestal en peligro debido a la falta de limpieza de unos rastrojos que son la materia prima de una energía renovable.
Y como tercera variable, tenemos una masa de desempleados nunca vista antes en la historia española.
A esto, en microeconomía, se le denomina un 'gap', es decir, un hueco de mercado que puede aprovechar una empresa para introducir un producto. ¿ No sería lógico invertir en desarrollar esta industria en nuestro país -en lugar de hacer obras públicas que a veces son innecesarias-, con lo cual mataríamos tres pájaros de un tiro ?
Fuente: Soliclima