Utilizar terreno agrícola o plantas comestibles para los biocombustibles ya se ha mostrado como poco sostenible. La alternativa es el biodiésel de segunda generación, es decir, la producción de carburante ecológico mediante sistemas que no compitan con la alimentación, como por ejemplo, las algas; pero pero según los expertos que se reunieron en la recientemente celebrada Jornada Microalgas ¿ Una fuente de petróleo verde ?, que tuvo lugar en la Escuela de Organización Industrial de Madrid, parece que los biocombustibles a base de algas todavía tienen un largo trecho por recorrer para llegar hasta la producción y aplicación industrial.
Según un prestigioso investigador del Centro de Tecnología de Repsol, Enrique Espí, "“a escala real la productividad no es tan alta, los costes siguen siendo caros comparándolos con otros biocombustibles y los lípidos no son siempre adecuados para el biodiésel”.
Según Miguel García, catedrático de bioquímica de la Universidad de Sevilla, aún está por probar que este tipo de biocombustible consuma menos agua y resulte más económica de producir.
Y pierpaolo Cazzola, que pertenece a la sección de Bioenergía de la Agencia Internacional de la Energia, tampoco está claro cuál de os dos sistemas que se están investigando actualmente es el más efectivo, si los cultivos en estanques abiertos o en reactores cerrados.
Parece que de momento, el coche eléctrico y la energía solar y eólica se perfilan como ganadoras en el futuro modelo energético.
Fuente: Energías renovables