En este sentido, estos expertos afirman que “la política de la Unión Europea de asegurar que 10% de la gasolina y el diesel se originen en fuentes renovables para el 2020 no es una vía efectiva para disminuir las emisiones de carbono”. Los investigadores cuestionan el desarrollo y el fomento de los biocombustibles, ya que consideran que ello está conduciendo a una mayor deforestación, debido a que muchos países han recurrido a países fuera de la Unión Europea para atender la creciente demanda de biocombustibles.
Biocombustibles vs. bosques
Para realizar estas conclusiones, los científicos han realizado un estudio comparando la cantidad de carbono que es capaz de absorber un bosque con las emisiones de CO2 que evitan los biocombustibles
Para ello, examinaron un área de tierra determinada, que igual podía ser usada para cultivos base de biocombustibles, o resembrada con árboles.
"Nosotros miramos la cantidad de biocombustibles producidos por área", explicó Renton Righelato, uno de los coautores del estudio. "A partir de allí podíamos calcular la cantidad de combustibles fósiles que podía ser reemplazada con biocombustibles (...) Eso nos dio una cifra de 'emisiones evitadas' de carbono durante la producción de los biocombustibles".
Los resultados dieron que, "en todos lo casos la cantidad de CO2 capturado por los bosques sobre un periodo de 30 años es considerablemente mayor que la cantidad de 'emisiones evitadas' a través del uso de biocombustibles", según Righelato.
Segunda oportunidad
No obstante, estos mismos investigadores consideran que la segunda generación de biocombustibles -que utiliza algas, paja, hierbas y madera en vez de granos o aceite de palma- ofrece una alternativa muy atractiva.
"Si se puede extraer de los bosques materiales leñosos de manera sostenible sin destruir el suelo y garantizando que los árboles se puedan reproducir rápidamente, es muy posible que haya encontrado su mina de oro", dijo Righelato.
A esta vía ya se han apuntado países como Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos, pero el gran obstáculo para su desarrollo es el elevado coste de la construcción de biorefinerías, que puede ser 4 o 5 veces superior al de una planta en el etanol.