Tras la llamada del presidente Bush a la independencia energética, los estadounidenses de a pié, los agricultores, la Administración y los inversores han puesto los ojos sobre este combustible, que comienza a vivir un boom en ese país. La pregunta es hasta cuándo.
La arenga de Bush sobre la 'dependencia estadounidense del petróleo' fue el pistoletazo de salida. Grandes inversores como Bill Gates han aguzado ya sus oídos y dado a sus brokers y demás colaboradores las indicaciones pertinentes. El etanol fluye, y los beneficios que de él se obtienen, también.
Ahora bien, esta situación se sustenta sobre unas reglas del juego cuyo cambio implicaría un estrepitoso batacazo financiero. Las premisas sobre las que se basa esta evolución del bioetanol en Estados Unidos son básicamente legislativas. La primera es la ley que garantiza la subvención al bioetanol hasta 2012. La segunda, es la ley de 2005 que obliga a las refinerías de gasolina a ir introduciendo paulatinamente el bioetanol en su producción de gasolina. En tercer lugar, existe otra, desde 1980, por la cual se grava fiscalmente todo producto importado, lo que implica descartar la importación de bioetanol brasileño -mucho más barato- dado que tras el pago de aranceles su precio se asemeja al del producto nacional.
¿ Qué ocurrirá cuando desaparezcan la subvenciones ? ¿ Seguirá compensando la producción de bioetanol ? Los expertos responden a estas preguntas invocando a dos factores: el futoro precio del petróleo y el desarrollo técnico de los procesos de producción, de forma que pueda conseguirse un bioetanol más barato.