A mayor precio de los combustibles fósiles, más destacan las renovables como promesa de futuro. Además de la energía eólica y la solar fotovoltaica, el biogas es otra de las energía renovables que empieza a llamar a la puerta y a presentarse como un negocio potencial para el sector de la agricultura y ganadería.
El biogas se produce mediante la descomposición de sustancias orgánicas. Los químicos los denominan 'descomposición anaeróbica'. Las bacterias convierten hidratos de carbono y otras sustancias en un gas combustible formado en un 50-70% por metano, y un 30-40% por dióxido de carbono. Aparecen también trazas de amoniaco y monóxido de carbono, que deben ser eliminados. El gas obtenido tras esta depuración puede ser utilizado directamente para la calefacción (igual que el gas natural).
En calefacción central, según datos de expertos alemanes, un metro cúbico de biogas (con un 60% de contenido en metano) puede sustituir a 0,6 metros cúbicos de gas natural o a 0,6 litros de gasóleo de calefacción.
El material de partida para la producción de biogas son purines y otras defecaciones de animales de granja mezclados con aditivos para agilizar la fermentación, tales como desperdicios provenientes de la industria de la alimentación.
Es cierto que el biogas contiene CO2, pero así como la combustión de biomasa también lo genera, se considera que es un CO2 neutro, ya que procede directamente de la Naturaleza al aire libre, al contrario que el procedente de los combustibles fósiles, que no se encontraba libre en la atmósfera sino enterrado en el subsuelo desde hace millones de años, con lo cual su liberación en grandes cantidades en nuestros días causa el ya conocido efecto invernadero con todas sus consecuencia de calentamiento global y cambio climático.