El maiz, uno de los alimentos básicos de los mexicanos, se ha encarecido súbitamente debido a la importación que de este cereal se está haciendo desde Estados Unidos para utilizarlo en la producción de etanol.
El kilo de las tortillas elaboradas con este grano ha subido en México en unos días de los 0,72 dólares hasta los 0,90, lo cual teniendo en cuenta el nivel medio de vida mexicano es una subida considerable.
El presidente mexicano, Felipe Calderón, ha anunciado que tomará 'todas las medidas necesarias para controlar la repentina subida de los precios del maiz'. De momento, ya ha ordenado a las distribuidoras de alimentos del país que dependen de la Secretaría de Desarrollo Social que mantengan el precio más bajo posible, vendiendo a precio de costo a la gente para evitar todo intento de especulación.
Los
biocombustibles son combustibles elaborados a base de vegetales, principalmente de aceites provenientes de plantas oleaginosas y de alcohol etílico de toda la vida, el etanol, producido también a base de semillas.
Pues bien, debido a alza del petróleo, a sus emisiones de CO2 y a la dependencia energética que implica su utilización, muchos han visto en la producción de biocombustibles la tabla de salvación de la industria del transporte por carretera.
Pero no es oro todo lo que reluce, y resulta imposible cubrir toda la demanda actual -más el ingente aumento de demanda de países emergentes como India o China- con los actuales excedentes de estas materias primas. Al aumentar la demanda, existen dos posibilidades que pueden darse simultáneamente:
- que se aumenten las extensiones dedicadas a la agricultura, lo que ocurre principalmente en países en vías de desarrollo ya que el norte opulento no tiene espacio para estos cultivos. Este hecho implica borrar bosques del mapa, especialmente en el territorio de la Amazonía, con el consiguiente riesgo de deforestación, lo que conduciría a un aumento del efecto invernadero.
- que los precios de la materia prima suban, haciendo peligrar los mercados de alimentos básicos en países en vías de desarrollo, que es donde más se cultivan. Esto es lo que está ocurriendo ahora en México.
Finalmente, incluso si estos problemas se pudiesen solucionar, la balanza se inclina sin remisión hacia el lado del 'no favorable'; muchos expertos medioambientales aseguran que es imposible cubrir una demanda de combustibles equivalente a la actual únicamente mediante estos cultivos; no existe suficiente superficie de cultivo en el mundo.
Consecuentemente, se puede concluir que los biocombustibles -y los automóviles híbridos- no son la respuesta última a la demanda energética del mundo del automóvil, sino sólo una solución transitoria, un parche sobre el pinchazo de la industria del petróleo. Las esperanzas del cambio de modelo están puestas en el hidrógeno, y aunque nadie sabe a ciencia cierta cuándo comenzará en serio esta transición, todas las grandes automovilísticas del mundo mueven ya a toda máquina la investigación de lo que será el coche del futuro.
Otra cosa es que agricultores o pequeñas comunidades rurales o pesqueras reciclen aceite usado o cultiven una parte de su campo con fines bioenergéticos para cubrir la demanda de sus tractores, barcos pesqueros, vehículos, etc. Esta utilización descentralizada a pequeña escala aprovechando aceites ya utilizados o terrenos no cultivados se perfila como la verdadera función que cubrirán los biocombustibles a medio plazo.
Información sobre la subida del maiz en México
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