El objetivo ha sido denunciar que las obras de ampliación del museo, diseñadas por el arquitecto Jean Nouvel, han sido llevadas a cabo produciendo un grave impacto ambiental en la Amazonia brasileña, una de las extensiones de bosque primario con mayor biodiversidad del planeta.
En las obras del Museo Reina Sofía se ha utilizado madera de jatoba, una especie amazónica que ha servido para fabricar el suelo de las salas de exposiciones, auditorio y biblioteca, así como paredes y falsos techos. Dicha jatoba ha sido comprada a empresas brasileñas implicadas en tala ilegal a gran escala. Para la obra, estas empresas han talado una superficie aproximada al Parque del Retiro de Madrid. Greenpeace ha editado un informe,
Crimen en el museo, en el que se presentan todas las pruebas que implican a estas empresas en la destrucción de la Amazonia.
El Museo Reina Sofía ha entregado a Greenpeace unos documentos que señalan como proveedores de la madera a tres empresas brasileñas del estado de Pará: Madeireira Sao Marcos (Uruará, Pará), Serraria Sao José (Altamira, Pará) y Madeireira Santa Clara (Altamira, Pará). Según fuentes del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (IBAMA)(1), las citadas empresas suministradoras de la madera de jatobá poseen un largo historial delictivo por utilizar, transportar y procesar madera talada ilegalmente, madera que finalmente ha sido blanqueada y vendida al mercado.
La selva amazónica, la mayor extensión de bosque tropical virgen del planeta, es el hogar de casi la mitad de las especies terrestres y de ríos conocidas. Unas 353 especies de mamíferos, 3.000 de peces, 1.000 de aves, 60.000 de plantas y unos 10 millones de especies de insectos. Además, la Amazonia juega un papel vital en el mantenimiento del régimen climático e hidrológico del planeta.
Pero la selva amazónica está desapareciendo a un ritmo vertiginoso. Entre agosto de 2003 y 2004 se destruyó una superficie de 26.130 kilómetros cuadrados (casi el tamaño de Bélgica). Se estima que entre el 60% y el 80% de la madera procedente de la Amazonia brasileña en 2004 fue extraída sin ninguna autorización. La utilización fraudulenta de títulos de propiedad, permisos de corta y transporte y todo tipo de falsificación documental hacen posible que toda esta madera salga al mercado convenientemente "blanqueada".
Greenpeace está apelando a los Gobiernos europeos a ilegalizar todas las importaciones de madera ilegal y a promover una gestión forestal sostenible social y medioambientalmente en todo el planeta. Se espera que la tala ilegal y el comercio asociado estén en la agenda del Consejo de Agricultura de la UE los días 24 y 25 de octubre.