A la hora de inyectar el gas en los pozos de inyección, el CO2 está comprimido y pasa a un estado líquido. De esta forma se consigue que se aproveche la capacidad de almacenamiento, ya que el CO2 ocupa menos en el subsuelo que en superficie.
Planta piloto en Ketzin
En marzo se abrió una planta piloto de almacenamiento de CO2 en la localidad alemana de Ketzin, situada a unos 40 kilómetros de Berlín.
Las instalaciones, las primeras de este tipo en Europa, deberán servir de depósito para 60.000 toneladas de CO2 puro. Para ello, se ha perforado hasta 800 metros para hallar una capa de agua salada subterránea.
Según los responsables del proyecto, "no hay nada peligroso: el sitio elegido es muy estable y el gas que inyectamos es el mismo que se utiliza para gasificar los refrescos". No obstante, los científicos vigilarán de cerca si se produce algún tipo de reacción química entre el CO2 y los minerales presentes en las profundidades.