23/08/2006 - 11:55h

El ruido registrado en los océanos se multiplicó por diez en los últimos 40 años

Varios estudios indican que puede afectar a cetáceos y otros animales marinos.
El ruido que afecta a los mares comenzó a estudiarse en los 60 cuando la Marina de EE.UU buscaba las trazas sonoras que pudiesen dejar submarinos soviéticos
En septiembre de 2002, el Ejército español, en colaboración con efectivos de la OTAN, realizó maniobras navales cerca de la Canaraias en las que participaron, al menos un portaaviones, 50 buques de superfície y seis submarinos. Durante los ejercicios las naves emplearon sistemas de sónar de media frecuencia. Cuatro horas después del comienzo de estas actividades aparecieron varias ballenas picudas varadas en las playas de las islas, murieron 14 de estos cetáceos.

Un 60 por ciento de las ballenas que acaban en las playas lo hacen por motivos desconocidos y hasta los años 90 no se había considerado una posibilidad que los estudios científicos estimaran cada vez más probable: el ruido.

El aumento de la población mundial y la presencia creciente de automóviles hacen que nadie se extrañe del bullicio omnipresente en nuestras ciudades. Lo que quizá no sea tan evidente es que de la algarabía humana no están a salvo ni los tranquilos océanos que cousteau retrató en "El mundo silencioso".

Un estudio publicado en el número de agosto de la revista de la Sociedad Acústica de Amércia revela que desde los 60 el ruido en los mares de la Tierra se ha multiplicado por diez con consecuencias desconocidas para la vida marina.

Los autores del proyecto, investigadores de la Institución Scripps de Oceanofrafía de la Universidad de Californa en San Diego, han utilizado datos desclasificados recogidos entre 1964 y 1965 por la Marina de EE.UU. -los americanos rastreaban entonces los sonidos del océano porque temían un ataque submarino de la Unión Soviética- y los han comparado con los análisis acústicos realizados en la misma área de 2003 a 2004. Los resultados muestran que los niveles medios de ruido se habían incrementado entre 10 y 12 decibelios en 40 años.

Un petrolero , 200 decibelios

Según John Hildebrand, uno de los autores del estudio, "este aumento se debe a varios factores que se suman: el incremento del transporte marítimo global, el aumento en el número de embarcaciones que surcan los mares -se ha multiplicado por dos en cuatro décadas- y la mayor potencia de estos barcos".

A los humanos, como seres terrestres que perciben sonidos transmitidos por el aire, nos cuesta comprender el impacto del ruido bajo del agua, pero es enorme.

Según datos de la marina británica, un gran petrolero de 270 metros de eslora produce a su paso unos estruendos 200 decibelios -más que un 747 en el despegue-, y un simple bote de pesca alcanza los 150 decibelios. Sistemas de sónar como los que empleaba la Marina Española cuando aparecieron las ballenas varadas en Canarias alcanzan los 230 decibelios.

Casi todas las ballenas y muchas otras especies marinas dependen del sonido para cazar, escapar de sus depredadores, encontrar pareja o relacionarse con sus propias crías. Además, a través del agua, el sonido puede viajar mayores distancias y mantener su intensidad de un modo imposible en el aire, con lo que sus efectos se agravan.

El conocimiento sobre el ruido en los mares es exiguo, pero sus posibles efectos sobre los ecosistemas marinos han fomentado el estudio del problema, y algunos tribunales ya han tomado decisones sobre la materia. En 2003 la corte del distrito del norte de California detuvo unas investigaciones geológicas -y con ellas inversiones de 1,6 millones de dólares- en el golfo de Californa porque algunos instrumentos acústicos empleados causaron "daños irreparables en mamíferos marinos".


Fuente: Daniel Mediavilla, ABC, 21 de Agosto de 2006

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