Por este motivo, la organización ecologista ha pedido al Parlamento Europeo que las balsas de fosfoyesos de Huelva sean declaradas, de forma urgente, "instalación radiactiva". Y es que, en estas balsas se vertieron miles de toneladas altamente contaminadas radiactivamente por Cesio-137 procedentes del accidente de la planta de Acerinox en 1998. Pero además, se han detectado vertidos de ácidos débiles, residuos tóxicos y peligrosos cargados de metales pesados (arsénico, cadmio, plomo...) y de naturaleza radiactiva.
De la misma manera, datos del Consejo de Seguridad Nuclear español indican que la zona presenta niveles de radiactividad de más de 3.500 veces los permitidos por la legislación.
Greenpeace lucha desde hace años por denunciar "la grave situación sanitaria y ambiental que la ría sufre desde hace décadas"; además, los ecologistas denuncian la pasividad de las administraciones. De hecho, la Consejería de Salud atribuye la alta incidencia de cáncer en Huelva (la más alta de España) "a los malos hábitos de los onubenses", y en concreto, "al tabaquismo y al intenso tráfico rodado".