Se ha documentado la presencia de cultivos transgénicos en Cataluña, Aragón y Castilla-La Mancha y denunciado el secretismo, las irregularidades y los daños provocados por estos cultivos en el único país de la UE cuyo Gobierno tolera su presencia a gran escala
Unas semanas después de que el Ministerio de Agricultura (MAPA) apruebe un nuevo grupo de variedades de maíz modificado genéticamente (MG) para su cultivo en España, único país de la UE en que se cultivan transgénicos a gran escala y en un contexto de absoluta falta de control sobre este tipo de cultivos, la caravana de Greenpeace denominada "Unidad de Delitos Transgénicos" termina en la provincia de Albacete la campaña "Denunciando la contaminación genética", cuyo objetivo ha sido investigar y denunciar la situación de los transgénicos en España y los daños provocados por éstos. La expedición, que comenzó el pasado 25 de septiembre en Manresa -provincia de Barcelona-, ha recorrido numerosas localidades de Cataluña, Aragón y Castilla-La Mancha y termina este fin de semana en los municipios de Elche de la Sierra (viernes) y Casas Ibañez (sábado).
La unidad móvil, dotada de varios espacios, entre ellos un laboratorio equipado para detectar campos de maíz transgénico y contaminaciones en campos convencionales y ecológicos, ofrece multitud de materiales pedagógicos y una exposición. En ella se han realizado durante dos semanas numerosos encuentros y jornadas de puertas abiertas en las principales zonas de maíz MG de España. Aragón, Castilla-La Mancha y Cataluña son, en este orden, las principales regiones cuyas Administraciones toleran e incluso fomentan el cultivo de transgénicos a pesar del amplio rechazo social. "Hemos comprobado in situ, intercambiando pareceres e información con investigadores, organizaciones de consumidores y de productores, autoridades locales, industriales y ciudadanos en general, que los españoles no quieren transgénicos, que son percibidos como una aberración ecológica y económica pero que, desgraciadamente, los gobiernos regionales y el MAPA prefieren seguir protegiendo los intereses de las 3 ó 4 empresas que los comercializan por encima de las consideraciones ambientales, sanitarias y socioeconómicas", ha afirmado Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos de Greenpeace.