Pero ejemplos como la eliminación de grandes extensiones de estos bosques submarinos para la construcción de puertos como el de San Adriano en Calvià (Mallorca) o el de Luis Campomanes en Altea (Alicante) son comunes en todas las costas del Mediterráneo.
En el caso de que finalmente se construya una infraestructura sobre la posidonia -y según el artículo 6 de la Directiva Hábitats de la UE-, el estado miembro deberá tomar cuantas medidas sean necesarias para garantizar la protección del medio marino. Estas prácticas, denominadas "medidas compensatorias", consisten en reubicar las praderas en un lugar diferente.
"Existe el riesgo de usar la compensación como pretexto para seguir permitiendo un proyecto de urbanismo destructivo, engañar a los ciudadanos y limpiar la conciencia de los gestores", ha asegurado Pilar Marcos, responsable de la campaña de Costas de Greenpeace. "La UE debería tener claro que no hay compensación real por la destrucción de una pradera de Posidonia oceanica y que la pérdida de estos hábitats es irreversible", subraya Marcos.
La gran mayoría de la comunidad científica no avala el éxito de los trasplantes por el complicado manejo de esta especie y porque los experimentos realizados siempre han sido a escala muy pequeña y no son trasladables a superficies mayores. De hecho, el Ministerio de Medio Ambiente francés sólo autoriza los trasplantes de posidonia para su investigación científica.
"Considerar esta práctica como una medida compensatoria es un peligroso cuchillo de doble filo en la legislación de la UE. Siguiendo el ejemplo de Francia, el resto de países de la UE, debe dejar de considerar los trasplantes como una medida compensatoria y posicionarse públicamente en contra de esta práctica" concluye Marcos.
El informe de Greenpeace "La destrucción legalizada de Posidonia oceanica, pradera submarina del Mediterraneo en el ámbito de la UE" está disponible
aquí.