En 1974, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) preveía una capacidad instalada en el mundo que correspondía a 4.450 reactores. La disminución rápida de los recursos en uranio debía ser compensada con la puesta en circuito de los supergeneradores, destinados a producir más plutonio que el que consumían, y pasar a ser pues una fuente inagotable de electricidad barata.
En 1977, André Giraud, entonces jefe del Comisariado de la Energía Atómica (CEA), veía perfilarse una crisis energética «en cualquier caso antes del final del siglo XX, a menos que los programas nucleares se aceleren claramente». Añadía que habría 540 supergeneradores del tamaño del Superfénix en servicio en el mundo al final del siglo pasado.
En la actualidad, treinta años después de estas predicciones, la situación de la energía nuclear es muy diferente. En 2005, la CEA contaba 440 reactores nucleares en servicio en el mundo, lo que representa menos del 10% de las proyecciones hechas por la AIEA treinta años antes. El Gobierno francés cerró el supergenerador Superfénix, que a pesar de todo costó la friolera de 10 mil millones de euros y nunca llegó a funcionar. Ningún supergenerador de plutonio de tamaño industrial está en servicio en el mundo.
A finales de 2003, Finlandia decidía construir un prototipo EPR. Desde esta fecha, ningún nuevo reactor nuclear se ha iniciado en Europa mientras que al mismo tiempo se detuvieron definitivamente ocho reactores. El último pedido americano data de 1973, dado que no se emprendió ninguna construcción de central nuclear desde entonces.
En el mundo, no más de 34 reactores están actualmente en construcción. Algunos de ellos están «en construcción» desde más de quince años y no se sabe si se terminarán algún día.
La mayoría de los estudios hechos sobre la rentabilidad de la energía nuclear (que incluye los que dependen de organismos oficiales, como el Massachusetts Institute of Technology o el Britain's Real Institute of Internacional Affairs) concluyen que nuevas centrales construidas por el sector privado, con accionistas asumiendo todos los riesgos, no serían rentables sin subvenciones.
La reactivación de la energía nuclear sólo es la máscara de las personas que no quieren tomar la única solución que se impone: ¡Parar de derrochar la energía y pasar a las energías renovables!
ISABELLE CHEVALLEY, presidenta de
Ecologie Libérale.