22/02/2008 - 20:21h

La deriva de la goleta Tara ilustra la fragilidad de la banquisa ártica

La goleta Tara, presa del hielo.Tara se ha anticipado, y esta velocidad misma es el primer mensaje científico que reportan sus dos inviernos pasados en el Ártico. La goleta polar regresó a Lorient, el sábado 23 de febrero, ocho meses antes de lo previsto. Más de un siglo después del viaje legendario del Fram (1893-1896) que, por iniciativa del noruego Fridtjof Nansen, había demostrado la existencia de una corriente transpolar, Tara vuelve portadora de una cosecha de datos sobre el retroceso de los hielos en el Ártico.
 
Y es que el 2007, año polar internacional, permanecerá como el año en que los científicos pudieron observar en directo una formidable aceleración en la reducción de la banquisa de verano "y Tara, rodeada por un centenar de investigadores del programa europeo Damocles (Developing Arctic Modeling and Observing Capabilities for Long-term Environmental Studies), se ha encontrado en el ojo de este «ciclón climático».
 
La misión Tara Arctic 2007-2008.

«Dos cifras resumen este cambio, muy profundo y rápido, del Océano Ártico», explica Jean-Claude Gascard, coordinador de Damocles. «Al final del verano del 2007, el hielo había perdido 1,5 millón de km2 con relación a su mínimo del año anterior. ¡Es tres veces la superficie de Francia! Y la banquisa, con 1,5 m a 2 m de grosor medio, es casi dos veces menos gruesa que hace veinte años.»

Más fina y menos ancha en verano, la banquisa ártica también se volvió más móvil. Tara, presa por los hielos el 4 de septiembre de 2006, necesitó menos de dieciséis meses para encontrar el agua libre, contra los casi tres años del Fram. La goleta fletada por Etienne Bourgois, director general de Agnès b, recorrió 5.200 km a la deriva (2.600 km en línea recta). La corriente transpolar le condujo a 160 km escasos del Polo Norte. Sólo pasó un único verano sobre la banquisa, y fue muy suave, con numerosos charcos del deshielo alrededor del barco que obligaban a la tripulación a no salir más que con botas altas.
 
Vista de la quilla del Tara. 

Los hielos cubrían entonces menos de 5 millones de km2. ¿Se puede deducir que tres veranos más de fundición acelerada bastarían para acabar con la banquisa estival del Ártico? «No "responde Jean-Claude Gascard". El núcleo duro de los hielos perennes se reduce, pero sigue siendo una parte que resistirá seguramente mucho más tiempo, al norte de Groenlandia y el Canadá.»

Movimiento sin marcha atrás

El fenómeno es tan rápido que la comunidad científica parece perder sus referencias. Los investigadores de Damocles, reunidos en Oslo, votaron: el 60% prevé que el ritmo de 2007 se retrase y el 40% que va a mantenerse; pero ninguno piensa que el movimiento pueda ser reversible. En San Francisco, Wieslaw Maslovski, cuyos trabajos inspiraron a Al Gore, avanzó una fecha: la banquisa de verano podría haber desaparecido completamente a partir de 2013. Hace diez años, el horizonte era 2100...

¿Cómo explicar esta anormalidad? Para Jean-Claude Gascard, está esencialmente vinculado al albeo, es decir, a la propiedad del océano, de color oscuro, de absorber la parte fundamental de la radiación solar mientras que el hielo lo refleja en las mismas proporciones. Cuanto más se fundeel hielo, más el océano se calienta y así sucesivamente. «El efecto invernadero está vinculado a la acumulación de gas, que es lineal; el aumento de las temperaturas debería seguir la misma tendencia "precisa el científico, que concluye": parece que el albeo haya tomado el paso al efecto invernadero.»

«Las cosas se mueven mucho más rápidamente de lo que todos los modelos habían previsto», concluye Jean-Claude Gascard. «Vivimos ahora lo que debía producirse en treinta o cuarenta años. Todo el mundo está trabajando para comprender porqué los modelos no funcionan.»

 Preguntado sobre las consecuencias de esta aceleración, el coordinador de Damocles arriesga un pronóstico: «Si la retirada de la banquisa continúa al mismo ritmo, el océano va a calentarse y los hielos continentales van a fundirse, en particular, el casquillo de Groenlandia. La subida del nivel de los océanos podría ser del orden del metro de aquí a finales del siglo.»
 
Fuente: Le Monde
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