Decenas de cormoranes, un pájaro grande de largo cuello y porte elegante, se encuentran estos días en los bosques que crecen en el tramo final del viejo Llobregat, mientras que otra densa colonia se entretiene pescando en el agua salobre, justo al lado. También hay garzas reales, ratoneros y fochas. "El agua ahora es de mejor calidad porque ya no la trae el río, sino que surge del acuífero", razona el naturalista José García Moreno, de la asociación Depana, mientras apunta con el dedo a los peces que se observan en la superficie.
El cauce anterior fue obstruído para ampliar el puerto de Barcelona, pero, en lugar de secarse, lo que sucedió fue que en el terreno emergieron las aguas subterráneas y nacieron unas lagunas. Ahora ofrecen el aspecto de una piscina natural de 2,5 kilómetros de largo, dividida en dos por el paso de una carretera. "La regeneración de las aguas también ha regenerado la vegetación", nos cuenta García.
Los cormoranes son una especie frecuente y ubicua en toda Europa, pero no es fácil encontrarse con una población tan grande en un dormidero tan reducido. "Hay unos 400, pero todavía no hemos llegado al máximo, que se producirá en pleno invierno. Podrían ser un millar", explica García. Por la mañana es posible observarlos lejos del viejo Llobregat, incluso bastante arriba del cauce, pero al atardecer regresan todos a su dormidero. Y aquí permanecerán hasta bien avanzada la primavera, cuando el calor los impulse hacia zonas de clima más suave en el norte de Europa. Ante la proximidad de los curiosos, la enorme colonia emprende el vuelo de repente y prácticamente impide la visión del avión que transita a lo lejos. "Si urbanizan el antiguo cauce --prosigue el naturalista--, la colonia deberá trasladarse y casi con toda seguridad se instalará en la laguna de la Ricarda, junto al aeropuerto. Y será un peligro".
Riesgo para los aviones
García se refiere al riesgo que podría suponer para los motores encontrarse con una colonia nutrida en pleno despegue. "Nos alegra mucho saber que los cormoranes todavía disponen de un lugar para reposar, lejos de la cabecera de la nueva tercera pista del aeropuerto". A diferencia de otras aves migratorias típicas de humedales, los cormoranes "son grandes y no tienen un vuelo grácil --insiste el también naturalista Ricardo Ramos--. Les cuesta cambiar de rumbo". Después de todo lo que se está haciendo en el delta, protesta García, "sólo falta que la Cámara de Comercio lance un avión para derribar lo que considera la última muralla de la gran Barcelona. Ya se sabe que algunos consideran que el fin justifica los medios". El miembro de Depana asume que la lucha es difícil --y más tras haberse desviado el río--, pero cree que podrían encontrarse soluciones menos agresivas. Y las aguas del acuífero, ¿no serán un problema?, ¿no emergerán en otro sitio? "Desgraciadamente, tienen cemento y medios para hacer lo que quieran", concluye García.
Fuente: El periódico