Cada vez queda menos tiempo para poner remedio, para tratar a un planeta enfermo. En un plazo no superior a una década habrá que desarrollar y aplicar la tecnología necesaria para obtener energía de fuentes que no generen los niveles de dióxido de carbono que hoy produce el consumo de, básicamente, combustibles fósiles.
El envase que nos rodea tiene un límite: la atmósfera no es capaz de almacenar más que 440 partes por millón de CO2 [las unidades con las que se mide el volumen de este gas], y en el depósito ya hay 380. El nivel actual de producción de dióxido de carbono supera las dos partes por millón al año. Por eso, Peter Smith, profesor de Energías Renovables de la Universidad de Nottingham, sostiene que en 20 años habremos saturado la atmósfera y el cambio climático será inevitable. Se habrá alcanzado, entonces, lo que se llama "punto de no retorno".
Smith tiene cierto punto de optimismo, y hasta ironía, en su análisis de un panorama que se antoja desolador. Acaso lo que hace falta, llegó a explicar en su intervención en el Festival de la Ciencia del Reino Unido, es que un día los niveles del Támesis aumenten y el agua del río inunde la Cámara de los Comunes, y eso serviría para alertar a los gobernantes de que estamos ante una amenaza más que notable. "La tragedia es que se necesita una catástrofe para provocar la reacción de los políticos", dice Smith.
El científico, y ése es su punto de vista positivo, de alternativas. El viento podría generar en 2020 el 15% de la energía que hoy se obtiene del petróleo y centrales nucleares. Es evidente que no es suficiente para cubrir toda la demanda, pero Smith cree que la opción más lógica es "una nueva generación de plantas nucleares".
Va más allá y anima a que en el Reino Unido se obtengan recursos energéticos de los ríos y las mareas. Tan fácil, llega a decir, "como utilizar molinos" y aprovechar la subida y bajada del nivel del mar para generar electricidad, por ejemplo. Con ello se obtendría, según sus cálculos, el 10% de la demanda del país. Otra alternativa: el Sol, o microgeneradores instalados en las casas, con los que se podría reducir en un 40% el consumo de combustibles fósiles.
Cuando se habla de cambio climático de inmediato se piensa en un futuro lejano, pero la realidad es que cada día hay más evidencias de que el entorno se transforma como producto del aumento de temperatura del planeta. No hace ni dos semanas se conoció un inquietante informe sobre la amenaza de inundaciones en el Reino Unido, encargado por el Departamento de Comercio e Industria. El mes de julio ha sido el más caluroso de los últimos 80 años en este país. En el Metro de Londres -sin aire acondicionado- se alertaba a la gente de que llevara una botella de agua para beber durante sus desplazamientos. Pues bien, semanas más tarde se conocía ese estudio oficial que alerta de que a finales de septiembre o principios de octubre las inundaciones en la isla pueden ser terribles.
Los períodicos llegaban a advertir de que tres ciudades -Cardiff, Hull y Portsmouth- podrían convertirse en las Nueva Orleáns británicas. Ni siquiera las inversiones millonarias que se hacen cada año -800 millones de libras, 1.117 millones de euros- para mantener en perfecto estado las cientos de barreras levantadas para frenar las crecidas del mar servirían para la catástrofe que se avecina.
El volumen de CO2 alcanza su nivel más alto de los últimos 800.000 años
El volumen de dióxido de carbono (CO2) -el principal gas causante del cambio climático- en la atmósfera terrestre se encuentra hoy en el nivel más alto alcanzado en los últimos 800.000 años. Ésta es la contundente conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores, tras realizar un detallado análisis de la composición del hielo en la Antártida.
El doctor Eric Wolff y sus colaboradores en el proyecto British Antartic Survey han examinado las burbujas de aire atrapadas en un fragmento de hielo de 3,2 kilómetors de profundidad. Este tipo de análisis ofrece a los investigadores la posibilidad de bucear en la historia de la Tierra, ya que la composición del aire atrapado en el hielo es como un espejo que refleja las condiciones ambientales de nuestro planeta a lao largo de milendios. De esta forma, los científicos han comprobado que los niveles actuales de CO2 no tienen precedentes.
"Nuestro análisis del hielo sugiere que el incrementeo del dióxido de carbono definitivamente provocará un cambio climático que será peligroso", aseguró el doctor Wolff, en declaraciones a la BBC.
Los primeros resltados de este proyecto se publicaron en 2004 y 2005, cuando los investigadores habían analizado los fragmentos de hielo que mostraban la composición de la atmósfera hace 440.000 y 650.000 años, respectivamente. Ahora, el equipo de Wolff ha completado el análisis, llegando hasta los 800.000 años de antiguedad, y han comprobado que, a lo largo de los últimos dos siglos, se ha producido un incremento en los niveles de CO2 que no tiene parangón en la historia de nuestro planeta.
Para los científicos, esto demuestra que las emisiones contaminantes provocadas por la actividad industrial de la Humanidad han disparado los niveles de CO2 muy por encima de los "parámetros naturales" que se han observado en el análisis del hielo de la Antártida. "Estos resultados son muy inquietantes", advierte Wolff.
Fuente: Fernando Mas, el Mundo, 6 de Septiembre de 2006