Siempre ha habido desastres y seguramente los seguirá habiendo siempre. Pero cuando son tan fuertes y suceden con tanta frecuencia, es que está pasando algo malo. Y ese algo es el calentamiento global.
Probablemente se ha exagerado la imagen de la Tierra como un organismo, la Gaia popularizada por el ecologista James Lovelock. Per lo que los cientifícos llevan décadas advirtiendo pued pasar si continuamos emitiendo a la atmósfera ases defecto invernadero, haciendo subir la temperatura global.
Hace unos cincoañosqu el debate ha terminado y hasta losmás excépticos han cluncluído que el alentamiento global es el auténtico reto, y que es causado porla actividad humana. Por si sirve de consuelo, sabemos que el ritmo de las glaciaciones nos dará unas décadas, o incluso siglos, para resolver el problema.
Pero también los glaciares y la Naturaleza pueden moverse con sorprendente rapidez. Puede llegar un momento en que la última parte de gases de efecto invernadero emitidos se comporte como los cien grados de temperatura que convierten una cacerola de agua caliente en una columna de vapor irviendo.
141 naciones han ratificado el tratado de Kyoto para reducir emisiones: es un acuerdo imperfecto, pero al menos es un acuerdo. EEUU alberga a menos del 5% de la población de la Tierra, pero produce el 25% de las emisiones de CO2, y su postura sigue siendo intransigente. Rectificar el calentamiento global puede ser de un orden de magnitudes superior a lo que se necesita para erradicar la viruela o para hacer que un hombre llegue a la Luna. ¿ Pero sería moral no intentarlo ? No deberíamos arrojarnos a un precipio medioambiental como borrachos, burlándonos de los científicos que nos dicen que tenemos un problema.
Quienes hacen las advertencias saben de lo que hablan. En el sistema solar estamos rodeados de mundos hermanos que o bien nacieron muertos, como Mercurio o Venus, o murieron en su infancia, como Marte, de modo que finalmente vamos apreciando hasta qué punto los márgenes entre los que la vida puede desarrollarse son como el filo de un cuchillo.
Fuente: Revista de Prensa de La Gaceta de los Negocios, 1 de abril de 2006. Artículo original de la revista Time.