3/05/2010 - 13:05h

El proyecto de la Montaña Negra: más allá del ecologismo

Movimiento montaña negra

Uno de los más reputados ecologistas de los últimos años, ex-editor de la revista de vanguardia The Ecologist, Paul Kingsnorth, ha dejado de ser ecologista. Considera que un comportamiento "verde" no conseguirá frenar lo que nos espera en el futuro: el fín de la civilización industrializada como la conocemos, el comienzo de una nueva era.

 

"Por qué he dejado de creer en el ecologismo y he comenzado el Proyecto de la Montaña Negra"

El ex-editor de The Ecologist, una revista de referencia absoluta dentro del ecologismo mundial, explica por qué se ha apeado del movimiento verde.

Esta es la historia del Proyecto de la Montaña Negra, un nuevo movimiento cultural en esta nueva era que está a punto de comenzar, y de cual soy uno de los fundadores. Fue hace sólo un año, pero parece mucho más tiempo. Han pasado muchas cosas desde entonces.

Durante 50 años, he sido un ecologista convencido y escritor especializado en el tema. Durante dos años, fue editor de El Ecologista (The Ecologist). Desde sus páginas, luché contra el cambio climático, contra la deforestación, contra la sobrepesca, la destrucción de los ecosistemas, la extinción de las especies, etc. Escribí sobre cómo el sistema económico global estaba afectando al sistema ecológico. Hice todo lo que hacen los ecologistas. Pero después de un tiempo, dejé de hacerlo.

Hay dos causas para haber llegado a ese punto. Una es que ninguna de las campañas ha tenido éxito, excepto a un nivel muy local. A nivel global, todo va a peor. la segunda es que los ecologistas, me parece a mí, no están siendo honestos consigo mismos. Cada día se hace más obvio que el cambio climático es imparable, que la sociedad actual no es coherente con las necesidades del planeta, y que el crecimiento económico es parte del problema. Que el futuro no va a ser verde, confortable y sostenible para 10.000 millones de personas. Que va a ser lo contrario. Y todos los ecologistas hemos estado realizando nuestra labor propia, haciendo como que lo imposible va a ocurrir. Yo ya no me trago ese cuento, y creo que no soy el único.

Cuando conocí a Dougald Hine, otro ex-periodista como yo, descubrí a alguien igualmente excéptico con la visión rosa del futuro que prima actualmente en la socidad. Y no sólo hemos descubierto que el movimiento ecologista está teñido de esa visión optimista, sino que ésta ha penetrado en sectores de la sociedad que deberían tener más conocimiento sobre el futuro real: el mundo de la cultura, que también se engaña sobre nuestras posibilidades de gestionar el futuro.

Del encuentro con Dougald Hine nació un panfleto llamado Incivilización: el Manifiesto de la Montaña Negra. Es una llamada a aquellos que, como nosotros, no creemos que el futuro será una evolución del presente; una llamada a aquellos que quieran forjar una nueva respuesta cultural a la situación. Busca una visión realista de la verdadera posición de la Humanidad en el mundo.

No teníamos ni idea de la respuesta que podría tener esto, pero la tuvo... en todo el mundo. Hemos atraído a miles de personas, y se ha comenzado a formar un nuevo movimiento. Y lo más fascinante es el hilo conductor de la misma. La mayor parte de las personas que se pusieron en contacto con nosotros transmitían un profundo alivio. Ellos también habían pasado por la fase de "Salvemos el planeta", pero ya no creían en ello. Y muchos estaban interesados en encontrarse con gente que comparten su opinión y que están dispuestos a crear una nueva forma de mirar al futuro.

Para mí, esto es lo más emocionante en el Proyecto de la Montaña Negra. Ha puesto en contacto a gente de todo el mundo, de muy variada circunstancia: poetas, escritores, ingenieros, científicos, músicos, granjeros... todos unidos por una misma visión. Es una visión que hace sólo unos pocos años le habría parecido una herejía a cualquier ecologista, pero que está ganando apoyo a medida que se hace más obvia la incapacidad de la Humanidad para afrontar la crisis que ella misma ha creado. Podemos decirlo alto y claro: no vamos a salvar el planeta. El planeta no se está muriendo, es nuestra civilización la que lo hace, y ni la tecnología sostenible ni el comercio justo va a evitar que nos la demos.

Curiosamente, aceptar esta realidad no lleva a la deseperación, como algunos sugieren, sino a la esperanza. Una vez que dejamos de hacer como que lo imposible puede suceder, nos sentimos libres para pensar seriamente en el futuro. Esto es lo que el movimiento del Festival de la Montaña Negra va a hacer. En parte un Festival, en parte un fín de semana musical, en parte una forma de afrontar un futuro inciero. Reunirá a muchas personas coordinadas por gente práctica con ideas para construir la era post-petróleo en el siglo del caos.

Los ocho principios de la Incivilización

  1. Vivimos en un momento de incerteza social, economica y ecológica. Alrededor nuestro, hay señales de que todo nuestro sistema de vida se va a convertir en historia dentro de muy poco. Afrontamos esta realidad de forma honesta y aprenderemos a convivir con ella.
  2. Rechazamos la creencia de que esta crisis puede reducirse a una serie de "problemas" que pueden resolverse mediante soluciones políticas o tecnológicas.
  3. Creemos que las causas de esta crisis se encuentra en las historias que nos hemos estado contando a nosotros mismos, pretendemos retar a los mitos sobre los que se basa nuestra cilivilización: el progreso, en antropocentrismo, y el mito de la separación de la Naturaleza. Son mitos aún más peligrosos al haber olvidado que se tratan de mitos
  4. Reavivaremos el papel de la tradición oral como algo más que mero entretenimiento, pues es a través de las historias como nos ponemos en contacto con la realidad.
  5. Los seres humanos no son el fín último de este planeta. Nuestro arte comenzará con un intento de salir de la burbuja humana.
  6. Celebraremos la literatura y el arte que se centran en un lugar y una fecha determinada.
  7. No vamos a perder el tiempo creando teorías o ideologías. Nuestras palabras van a ser muy elementales, y escribiremos con la tierra bajo nuestras uñas
  8. El fín del mundo tal y como lo conocemos, no es el fín del mundo. Juntos encontraremos la esperanza más allá de la esperanza, los caminos que nos conducirán hacia un mundo sin inventar que yace frente a nosotros.

Fuentes: The Guardian y el site de Dark Mountain Projetc

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