Las flatulencias de estos animales emiten gas metano, un elemento perjudicial para el medio, y en países donde estas especies abundan, sus emisiones han comenzado a convertirse en un problema (en Australia representan un 14% de las emisiones).
En este contexto, un equipo de
investigadores australianos ha tenido la ocurrencia trasplantar una bactèria propia del intestino de los canguros al de vacas y ovejas, un microorganismo que es el que impide que las flatulencias de los canguros dejen de contener metano.
Según los investigadores, harán falta como mínimo tres años para aislar la bactèria antes de poder trasladarla a vacas y ovejas. Otros científicos y ecologistas proponen métodos más radicales, como prohibir la carne de ternera y cordero y promover la de canguro, una medida que, además, ayudaría a reducir la población de marsupiales, en cifras alarmantes en algunos puntos del país.
Cabe recordar que el gobierno australiano ratificó el Protocolo de Kioto hace ahora pocos meses, cuando el Partido Laborista ganó las elecciones.