La organización ecologista Greenpeace ha recordado a la población que España es el país más árido de Europa, donde las sobreexplotación de los recursos hídricos, la tala indiscriminada de bosques, la agricultura intensiva (a menudo asociada al usos de variedades transgénicas) y el sobrepastoreo, los incendios, y la ocupación del suelo para el negocio inmobiliario resultan en gran parte responsables de esta situación.
Recientemente, en el marco del año internacional de lucha contra la desertificación, la ONU ha comunicado que un tercio de la superfície española sufre una tasa muy elevada de aridez y un seis por ciento ya se ha degradado de forma irreversible. En el conjunto del país, las zonas más afetadas por este fenómeno son la vertiente mediterránea y las islas Canarias. Además, a los problemas causantes de este fenómeno y de la sequía se suman los efectos que el cambio climático esta provocando a nivel global. El aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones son sólo dos de los múltiples efetos producidos por el incremento de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Las previsiones para la Península Ibérica son que los periodos de sequía serán más frecuentes e intensos que los actuales.
Greenpeace ha recordado también que, tratándose de un proceso concatenado de múltiples orígenes, es necesario abordar la lucha contra la desertificación desde un punto de vista muy amplio. "La desertificación es fundamentalmente un problema de desvinculación entre los recursos naturales y el sistema socioeconómico que los explota, es decir, es ante todo un problema de desarrollo sostenible", ha declarado Sara Pizzinato, responsable de la campaña de energía y cambio climático de esta organización ecologista.
Con ello, Greenpeace reclama aplicar "medidas urgenes que impidan seguir perdiendo, cada año, millones de toneladas de suelo arrastrados por el agua y el viento junto con las especies que ahi se albergan como consecuencia del avance de los procesos de desertificación". La organización ecologista, aprovechando que el pasado 17 de junio se celebraba el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, ha demandado al Gobierno una serie de actuaciones como un cambio de la política hidráulica tradicional (basada en la ejecución de grandes obras que han resultado, a su juicio, ineficaces). Consideran necesaria una gestión más hidrológica y ambientalista, ya que que el agua es un bien escaso y limitado, por lo que la solución a la escasez está en una gestión racional y de fomento de ahorro.
También han hecho especial hincapié en la necesidad de reducir la emisión de gases de efecto invernadero para cumplir el Protocolo de Kioto, apostando fuertemente por el ahorro energético y la gestión de la demanda de energía, y la sustitución de las centrales térmicas y nucleares por renovables. Además pide un Plan Nacional de Asignación para 2008-2012 reiguroso con el Protocolo de Kioto.
A esto, además, añaden que a la hora de establecer la política energética tengan en cuenta una serie de parámetros medioambientales y que se establezca una política forestal acorde con las necesidades del país más árido de Europa, con medidas de reforestación y de control del suelo urbanizable, lucha contra incendios y talas indiscriminadas, que se protejan los bosques primarios promoviendo el uso de madera certificada FSC.
Por otro lado, la ONG Amigos de la Tierra ha señalado que la desertificación afecta, aproximadamente, a la sexta parte de la población mundial, al 70 por ciento de todas las tierras secas (equivalente a 3.600 millones de hectáreas) y a la cuarta parte de la superficie total de tierras del mundo. Por todo esto, la desertificación es uno de los problemas más graves desde el punto de vista medioambiental.
Fuente: Cambio 16, 3 de Junio de 2006