Según un artículo de El País, los viajes en avión representan el 3.5% de las emisiones de CO2 emitidas por las actividades humanas. La Comisión Europea se plantea introducir este sector en el mercado de CO2.
El País cita un estudio elaborado en 1999 por el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que afirma que las consecuencias de la aviación son dobles.
Por un lado, las estelas que dejan los aviones en todo el mundo equivalen a una superficie que se calcula equivalente a 'dos veces la superficie de España', estelas que, 'en presencia de determinados niveles de humedad y temperatura, se condensan y se extienden en el cielo durante horas'. La consecuencia de esta nubosidad artificial, sería una retención de calor durante la noche, y un filtrado de los rayos de Sol durante el día. Este hecho se constató durante los tres días que los vuelos civiles estuvieron bloqueados sobre EEUU con motivo de los atentados del 11-S. Diversos científicos observaron este fenómeno, según cita el diario.
Por otro lado, la producción de CO2 y NOx es muy elevada, lo que resulta incongruente con el Protocolo de Kyoto, dado que las actividades de la aviación no están sometidas al mismo. "Hasta ahora, las medidas establecidas a nivel internacional, regional y nacional para atenuar el cambio climático no han requerido una contribución sustancial del sector de la aviación ... Teniendo en cuenta el probable crecimiento futuro en el tráfico aéreo, nuevas medidas políticas son necesarias", cita la propia Comisión Europea en 2005, en un comunicado interno.
En el artículo, encontramos un dato a destacar: 'un Airbus 350 quema 3,5 litros cada 100 kilómetros por pasajero. Menos que un coche medio con un ocupante'.