La investigación se centra en las tormentas que se forman en el Atlántico norte tropical, el mar Caribe y el golfo de México, una región que produjo casi el 90% de los huracanes que alcanzaron EEUU en la última mitad del siglo pasado. La estadística ha sido obtenida de los grandes centros de predicción meteorológica y de seguimiento de los huracanes.
El análisis de los resultados también concluye que la sensibilidad de los huracanes a los cambios de la temperatura superficial del mar es elevada. En el caso estudiado se analiza que esa sensibilidad contribuye en un 40% a la actividad de estos fenómenos catastróficos.
En la década mencionada fue cuando tuvieron lugar los más devastadores huracanes tropicales en la región del Caribe, que afectaron a las costas de EEUU. Entre agosto y septiembre de 2004, se sucedieron ciclones destructivos como los que recibieron los nombres de Charley, Frances, Ivan y Jeanne.
Al siguiente año, en 2005, entre julio y octubre los huracanes Dennis, Emily, Katrina, Rita y Wilma dejaron miles de víctimas y pérdidas que superaron los 180.000 millones de dólares sólo en EEUU.
La investigación se basa en modelos estadísticos tomados de las temperaturas registradas en la capa superficial del mar y en las primeras de la atmósfera, además del viento atmosférico en la región, que tiene una importante influencia en la alimentación de los huracanes tropicales.
Una vez analizados los resultados, se retiró de los modelos la estadística del viento para determinar exclusivamente la contribución de la temperatura superficial del mar en los meses de agosto y septiembre, cuando tienen lugar la mayor parte de los huracanes tropicales.
Sin embargo, los investigadores se muestran cautos a la hora de atribuir la subida de temperatura del agua del mar a las emisiones de gases de efecto invernadero. El estudio no analiza esta circunstancia.
Pero lo que si se atreve a afirmar el artículo de Nature es a señalar que el modelo utilizado permite prever proyecciones de futuro fiables, que «sugieren que la actividad de los ciclones puede seguir aumentando a lo largo del siglo actual».
Según señalan, la actividad de los huracanes ha aumentado perceptiblemente desde los años 1950 y 2000. Ese porcentaje de subida sería del 16 % entre 1970 y 1994 y aumentaría hasta el 82% entre 1995 y 2000. Parte del aumento señalado se atribuye a las fases por décadas de la Oscilación del Atlántico Norte.
Los autores aseguran que la precisión de su modelo es «muy elevada» y explican que entre un 76% y un 81% de las variaciones entre 1965 y 2005 se explican con sus análisis.