El dióxido de carbono (CO2) suele identificarse como el causante del cambio climático. Ahora bien, no es ni el único ni el más potente gas de efecto invernadero: El metano (CH4) atrapa veinte veces más el calor que el CO2, aunque sus niveles de emisión a la atmósfera han permanecido estables en los últimos años.
Sin embargo, las enormes cantidades de metano ocultas en el permafrost, bajo el lecho marino o en lagos helados del Ártico podrían estar escapándose a la atmósfera, precisamente por efecto del cambio climático, lo que aceleraría aun más este fenómeno, según diversos estudios.
Pero no todo es negativo en el metano, ya que es también un gas que puede utilizarse como combustible y para producir diversos gases y sustancias industriales. Diversos investigadores y también empresas, como BMW, han unido cabos y han pensado en capturar el metano antes de que se escape a la atmósfera y transformarlo en energía.
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