Las balsas agrícolas secuestran unos 150 millones de toneladas de carbono al año, una cantidad similar a la que se acumula en los sedimentos oceánicos y cerca de una tercera parte de la cantidad de CO2 que, a su vez, los ríos transportan al océano.
"Los ecosistemas acuáticos juegan un rol desproporcionadamente grande en el balance global de carbono. A pesar de que se haya pasado por alto en el pasado, estos pequeños conjuntos de agua son importantes porque absorben carbono a alta velocidad y hay muchos más de los que previamente se creía.
De este efecto combinado resulta que las balsas agrícolas pueden secuestrar cada año tanto dióxido de carbono como los océanos», comenta Duarte.
Los estanques agrícolas retienen el CO2 mediante su absorción a través de las algas y las plantas que captan dióxido de carbono mientras crecen. Una vez muertas, el CO2 queda almacenado en los sedimentos.
El estudio, publicado en el último número de
Global Biogeochemical Cycles, ha calculado que existen 304 millones de lagos naturales y balsas agrícolas en el mundo, que cubririÌan 4,2 millones de kiloÌmetros cuadrados, el doble de lo que se creiÌa hasta ahora.