4/01/2008 - 15:41h

Análisis de la actual ofensiva nuclear

Dakar
Desde finales de la década de los ochenta la industria nuclear se encuentra en retroceso por varias causas:
- Muchas de las promesas tecnológicas irreales, realizadas en sus inicios, se revelan totalmente irracionales, o se ven desmentidas por los resultados de la investigación (un ejemplo: el reactor supergenerador francés Superfénix [1989-1997]: 10.600 millones de euros de coste y 10 meses de conexión a la red eléctrica). 

- Desde finales de la década de los años setenta se había producido una caída en la demanda de construcción de nuevas centrales, como resultado del aumento de costes de construcción derivado de la crisis del petróleo. Construir nucleares acontecía una empresa ruinosa que los gobiernos debían pagar con el dinero de todo el mundo

- El problema más grave: la gestión de los residuos radiactivos de alta actividad continuaba sin solución

- Varios accidentes de diversa gravedad culminaron en la catástrofe de Chernóbil, el accidente que, en teoría, nunca se debía producir. 

Estos cuatro factores hicieron, entre otros, que los grupos de presión favorables a la energía nuclear mantuvieran una actitud de prudencia y moderación durante casi 10 años (1986-1996). Pero esta actitud ha cambiado, fundamentalmente por dos motivos: 

- La creciente constatación del problema del cambio climático se ha vivido por las empresas relacionadas con las nucleares como una «oportunidad» de reivindicarla: primero intentaron «colar» la energía nuclear dentro de los Mecanismos de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto. Una vez fracasados sus intentos en el año 2000 a nivel internacional, desplegaron una agresiva campaña dentro la Unión Europea, y país por país

- La proximidad del final del ciclo de vida tecnológico (inicialmente previsto para 25 años) de las centrales nucleares de segunda generación (construidas durante los años ochenta), lo que implica su cierre y su desaparición progresiva. 

La tecnología nuclear se encuentra en desventaja respeto a otras más eficientes (centrales térmicas de ciclo combinado), por la maduración tecnológica de las energías renovables, y por los elevados costes de construcción. Esto ha conllevado a una reacción tipo «ahora o nunca». 

Las empresas y personajes relacionados con los grupos de presión favorables a las nucleares han hecho un cambio de estrategia y de mensaje mezclando las mentiras y medias verdades de siempre con otras nuevas. 

Cambio de estrategia: 

1. Los esfuerzos por conseguir pedidos de construcción de nuevas plantas se han dirigido fundamentalmente a los países del tercer mundo, dónde no hay una sociedad civil y una opinión pública suficientemente informada de los peligros de la energía nuclear y es más fácil comprar voluntades políticas. Destacan los países con economías «emergentes» (China, India, etc.), muy preocupados por la crisis energética y el crecimiento del consumo. Partiendo de los pocos proyectos que se han aceptado, la propaganda se cambia después hacia los países ricos, y se intenta vender la imagen de que la energía nuclear es una opción en alza. Se trata de forzar un compromiso de los gobiernos con dudas para mantener funcionando al máximo las nucleares existentes, y conseguir garantías de cobertura política de cualquier proyecto que se pueda presentar. 

2. Ante la sociedad, y conscientes del grado de impopularidad de la energía nuclear entre la opinión pública de los países ricos, han puesto en marcha una formidable campaña de propaganda con un doble objetivo: cambiar la percepción social a base de repetir insistentemente mentiras y medias verdades hasta que acontezcan «verdades absolutas». La cobertura de la campaña pide un debate «sereno«, o sin «crispaciones«, es decir, un debate en el que no se planteen los verdaderos problemas de fondo

- Cambio de mensaje: 

1. Se evitan las fantásticas promesas de futuro y se presenta la energía nuclear casi como una necesidad desagradable pero imprescindible. Ver el desmentido de la mentira en el Manifiesto de Tanquem les Nuclears
2. Se juega con el miedo a la crisis energética provocada por el «peak oil» y el encarecimiento del precio del petróleo por presentarla como una garantía de seguridad de suministro. Ver el desmentido de la mentira
3. El gran argumento nuevo. Se juega con el cambio climático como justificación, presentando la energía nuclear como «limpia» o «baja» en emisiones de gases de efecto invernadero. Ver el desmentido de la mentira. Y más desmentidos
4. Se repite la mentira de que la energía nuclear permite la independencia energética. Ver el desmentido de la mentira. 
5. Se repite la mentira de que la energía nuclear es una energía segura. Ver el desmentido de la media verdad. 
6. Se repite la mentira de que la energía nuclear es económica. Ver el desmentido de la mentira. 
7. Se lanza la nueva mentira de que hay una nueva generación de centrales nucleares más modernas, seguras y económicas. Ver el desmentido de la media verdad. 

Hay más aspectos, pero estos son los más repetidos. Jugando con el miedo y la falta de información de la población respeto a la energía pretenden que su negocio se reavive o, como mínimo, que no decaiga. Pero, como hemos dicho, garantizando los beneficios privados con el dinero de todo el mundo.
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