5/04/2008 - 16:00h

El Ártico, un «cofre de los tesoros» petrolífero

Brechas en el Ártico.En los años ochenta, más de la mitad del océano Ártico se cubría de hielo a lo largo del año. En la actualidad, el manto glaciar es mucho más pequeño. Se difundieron algunas pruebas alarmantes de esta tendencia al recalentamiento la semana pasado, cuando la Administración Nacional americana de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) ha publicado pruebas satelitarias que ponían de manifiesto que la cobertura perenne de hielo del Ártico cubría, en febrero, menos de un 30% del océano.
 
«El tipo de pérdida de hielo en el mar que observamos es mucho peor que lo que las proyecciones más pesimistas nos dejaban creer», dice Carroll Muffett, directora agregada de las campañas de Greenpeace Francia. Por primera vez en la historia, el verano pasado, el paso del Noroeste entre los océanos Pacíficos y Atlánticos se liberaba de los hielos, según los científicos.
A los ojos de las sociedades petrolíferas y gasistas, como Arctic Oil & Gas Corp, afincada en los Estados Unidos, estas extensiones de agua representan potenciales cofres del tesoro.

Como el Océano Ártico se asemeja menos a una gigantesco casquete glaciar que a un océano de agua congelada, las compañías energéticas se esfuerzan en sacar provecho de la fundición de los mares.

Arctic Oil & Gas Corp, una compañía de exploración, reivindicó los derechos exclusivos de desarrollo de los recursos petrolíferos en el océano Ártico. El pasado martes, el grupo invitó a grandes empresas del Canadá, Noruega y Dinamarca a explorar los abismos del Ártico.

Sin embargo, Arctic Oil & Gas Corp no está aún en posesión de los derechos oficiales que reclama. Los derechos de desarrollo en el océano Ártico se disputan mucho entre Estados Unidos, Rusia, Canadá y Noruega.

Los cuatro países discuten para determinar en qué medida su territorio continental se extiende en el océano, y por lo tanto, les concede derechos de perforación.

«Estamos como Lewis y Clark, explorando una zona que podría significativamente extender el territorio de los Estados Unidos«, afirmó David Balton, suplente del secretario de Estado americano de los océanos y la pesca.

Pero este potencial es aún desconocido. La tecnología moderna no permitió evaluar muy precisamente la amplitud de las reservas de petróleo o gas bajo el casquete polar, dijo Balton.

En los mares al norte de Rusia y Alaska, la extensión del desarrollo petrolífero y gasista está ya en curso. El departamento americano del Interior vendió el mes pasado en las subastas de los permisos de desarrollo por un importe récord de 2,6 mil millones de dólares, en el mar de Chukchi, exactamente sobre el estrecho de Bering. Algunas ventas suplementarias están previstas para 2010 y 2012.

Mientras las compañías se instalan en el Ártico en busca de nuevas reservas energéticas para crear nuevas rutas marítimas, los efectos potenciales sobre el medio ambiente podrían ser considerables. Balton reconoce que la transformación de los hielos y la erosión de las costas hacen la exploración y el desarrollo aventurados.

«Es una zona peligrosa ciertamente para actuar. Un derrame de petróleo sería difícil de limpiar», admite. Un informe publicado por el servicio de gestión mineral del Departamento del Interior añade que, además de los posibles daños procedentes de largas tuberías y la construcción de instalaciones en tierra, «los comentaristas expresaron sus preocupaciones con respecto a la incapacidad de limpiar un derrame de petróleo en condiciones de hielo roto».

Los osos polares, hoy amenazados por el cambio climático, deberían hacer frente a aún más tensión si el Ártico se desarrollara, debido al aumento del contacto con los humanos, alertó Muffet, de Greenpeace.

Algunos ecologistas afirman que la propuesta de inscribir al oso polar como especie amenazada en la ley sobre las especies en peligro, se había retrasado para permitir la continuación de los planes de perforación de Chukchi.
 
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