3/01/2008 - 09:19h

El barril de petróleo «Todo a Cien»: ganadores y perdedores

Petroli
El barril de petróleo llegó este miércoles 2 de enero a un record histórico: más de a 100 dólares en la sesión, sobrepasó su pico de abril de 1980, cuando la revolución islámica, en Irán, lo elevaba a 99,04 dólares (39,50 dólares de la época), según los últimos cálculos de Cambridge Energy Research Associates (CERA).
Es un «retorno hacia el futuro», juzgaba recientemente al presidente del CERA, Daniel Yergin, recordando que las tensiones geopolíticas están «en el centro de las inquietudes sobre la oferta petrolífera».

Para los países productores, los ingresos petrolíferos permiten a sus fondos soberanos invertir en el extranjero y sacar poco a poco sus economías del «todo-petróleo». Según el Fondo Monetario Internacional, Abu Dabi Investment Authority, gestor de los fondos petrolíferos de los Emiratos Arabes Unidos, sería el más rico y administraría 875 mil millones de dólares (590 millions de euros). El Tesoro francés considera que los fondos públicos y privados de Oriente Medio capitalizarían de 750 a 1.000 millones de dólares. O incluso de 3.000 a 4.000 millones, según algunos banqueros situados en la región.

Al contrario, la elevación de los precios penaliza a los países consumidores, aunque el enriquecimiento de las petromonarquías les ofrezca algunas salidas comerciales (Airbus...). Y es una catástrofe para los países pobres desprovistos de oro negro, que cargan su presupuesto para subvencionar gasolina, gasóleo y fuel.

Renegociar contratos


El costoso petróleo es también un arma de doble filo para los «Big Oil». Realizaron beneficios históricos desde el resplandor de los precios en 2005. En el tercer trimestre de 2007, los cinco comandantes (Exxon, Shell, BP, Total, Chevron) registraron 20 mil millones de dólares de resultado neto.

Pero sus beneficios, calculados en dólares, han bajado, por término medio, un 15% —y su producción el 9%— durante este período, según Citigroup. La reducción de los márgenes de refinado (diferencia entre el precio del bruto y el precio de los productos refinados vendidos por las compañías) y el encarecimiento de los costes de los proyectos en curso cortan los beneficios.

A eso se añaden las normas de algunos contratos de división de producción, que prevén una reducción del número de barriles cedidos a las compañías extranjeras cuando el precio del bruto sube. Exxon, Chevron y ConocoPhillips reconocieron haber hecho los gastos. Ahora bien, estos contratos van a multiplicarse, pasando, en 2012, al 40%, o incluso al 60%, en base a los acuerdos firmados por las compañías europeas, según considera un estudio de Citigroup.

Además, los elevados precios aceleran el reembolso de sus inversiones y el momento en que deben comenzar a compartir la producción con los países huéspedes. Por último, cuanto más suben los precios más se empuja a los países productores a renegociar —a su beneficio— los contratos firmados en períodos menos favorables para ellos para obtener un beneficio más importante. Esta ley se comprueba por todas partes: del Kazajstán a Venezuela, de Argelia a Rusia.

«En general, los Gobiernos son los grandes beneficiarios cuando los precios alcanzan nuevas cumbres», destaca Robert Dudley, dueño de la anglorrusa TNK-BP. Las multinacionales sólo tienen un 8% de las reservas mundiales probadas; las compañías nacionales de los países productores un 37 %, pero deberían alcanzar un 75% en 2030, según la Agencia internacional de la Energía.

"Entre los 25 primeros países poseedores de reservas probadas de petróleo y gas, 21 están en desarrollo o en transición», indica un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas para el comercio y el desarrollo (CNUCD). Para equiparse, diversificar su economía y financiar programas sociales necesarios para su estabilidad política, necesitan enormes capitales.

Al contrario, los recursos en hidrocarburos de los países desarrollados disminuyen diez veces más rápidamente que los de estas naciones. Las «majors» occidentales dominaban hasta los años ochenta. Los observadores les predicen en adelante la suerte de los «dinosaurios», hace 65 millones de años.
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