Alrededor de un quinto de la energía consumida en el mundo proviene del gas natural. Es muy utilizado porque se considera que es más ecológico que otros combustibles fósiles. Emite un 40% menos de CO2 que el carbón, y un 30% menos que el gasóleo para producir la misma cantidad de energía.
Se destina a varios usos, como la producción de calefacción, la producción de electricidad e incluso como combustible en el transporte.
¿ Puede suponer entonces el gas natural la transición limpia desde la economía del petróleo a la de las renovables ? Muchas evidencias muestran que no. La distribución de este combustible necesita de complicados gasoductos. También se requiren de compromisos de distribución por parte de los países productores para asegurar el suministro en los consumidores.
Se están conjugando diferentes factores que hacen predecir que el gas tampoco durará mucho: las regiones consumidores están elevando el consumo,al tiempo que disminuyen sus propias extracciones y aumentan las demandas de los países productores, y de otras regiones del mundo que están viviendo una demanda espectacular, tales como India o China. La escasez sólo es una cuestión de tiempo. En Inglaterra, por ejemplo, el gasoducto que les conecta con la Europa continental fue construido pensando en las exportaciones de gas natural escocés, pero hace ya tiempo que se utiliza para importar el gas debido al aumento de demanda.
En toda Europa, sólo Noruega mantiene el ritmo de extracción de gas natural, pero a pesar de la apertura de nuevos campos, habrán pasado ya su pico de producción sobre 2015. Vemos así que, mientras que la extracción de gas continua disminuyendo, y se reducirá en un 50% durante los próximos 20 años, la demanda sin embargo continua subiendo.
Se preve que en 2020, Europa tenga una caída en la producción de 200.000 millones de m3 de gas natural. Según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía, la caída será aún mayor. Se han proyectado tres nuevos gasoductos que conectarán Europa con países productores, llamados North Stream (pasa por la zona báltica), South Stream, y Nabucco. Pero ni siquiera estos tres gasoductos podrán cubrir el aumento de demanda y la caída de la producción europea. Y aunque pudiesen, tampoco hay garantía de que la producción pudiese cubrir la demanda real.
Simultáneamente, se está produciendo escasez en los propios países extractores, como Rusia, por ejemplo. Durante los últimos problemas de suministro entre Rusia y Ucrania, ésta acusó a aquella de estar retrasando el suministro para cubrir la propia demanda, ocultando la falta de reservas de gas natural. A pesar de que pueda ser una acusación interesada, esto puede ser cierto, puesto que a pesar de que Rusia es el mayor productor mundial de gas y tiene las mayores reservas del mundo según las cifras oficiales, sus campos ya han superado el momento del pico de producción. Los campos abiertos recientemente son suficientes para ralentizar el descenso de al producción, pero no para cubrir una creciente demanda.
Ya ocurrió de forma pública en 2007, que la extracción de gas ruso se redujo a los niveles de 2003, lo cual resultó en una escasez de suministro incluso dentro del mismo país. El experto en energía y antiguo Ministro de Energía ruso Vladimir Milow reconoce los problemas de extracción y distribución de la rusa Gazprom, y augura una futura escasez que alcanzará los 100.000 millones de m3. Esto es equivalente a las importaciones de gas ruso de un país como Alemania. Alemania depende del gas ruso en un 35%, con lo cual Rusia es su principal proveedor.
A pesar de todo esto,<strong>durante los útimos años, Gazprom ha invertido menos dinero en la extracción de gas que en comprar acciones de empresas que no tienen nada que ver con los combustibles fósiles. </strong> Además, las instalaciones rusas tienen una media de 33 años, y esto ha conducido a un creciente número de acidentes, pérdidas y explosiones.
En teoría, Rusia dispone de algunas reservas bajo suelo que, por sí solas, podrían cubrir la demanda mundial durante diez años. Pero se encuentran en la península de Jamal, en el Polo Norte, bajo suelos helados perpetuamente, con lo cual su extracción no resulta rentable.
Rusia está intentando atraer capitales extranjeros para la inversión en el país, lo cual también pude ser un signo de que, como ocurre con el petróleo, los tiempos del gas barato y de buena calidad han llegado a su fín.
Otro signo de la decadencia de la extracción rusa es el hecho de que Gazprom haya recurido a yacimientos de repúblicas como Turkmenistán, para cubrir la demanda de sus clientes extranjeros.
Como siempre, las energías renovables pueden acudir en ayuda de las instalaciones basadas en el gas. La alemana EON ya está aprovechando biogás para inyectarlo en la red de gas natural tras un tratamiento. El biogás consiste en la fermentación de residuos orgánicos procedente de granjas y explotaciones agrícolas, de forma que se produce metano.
Esta técnica supone una gran ventaja para los empresarios de estos sectores, ya que los residuos suelen suponer una carga económica para la empresa, que debe pagar para desembarazarse de ellos. De esta forma, una materia que originaba un coste, pasa a revalorizarse convirtiéndose en un valioso combustible. Existen ya experiencias de aprovechamiento del biogás en España, aunque todavía no se inyecta en la red de gas natural. Es Alemania, de momento, quien es líder en esta renovable, y quien propone aprovechar los residuos vegetales de las grandes áreas agrícolas de los países del Este para producir un biogás que pueda sustituir al decadente gas natural.
Fuente: Solar and Wind News, diciembre 2009