"En esta legislatura, colocaremos la primera piedra para la construcción, en nuestro país, de un grupo de centrales nucleares de nueva generación", declaró el nuevo ministro de Desarrollo Económico, Claudio Scajola, ante la organización de la patronal italiana, Confindustria.
Italia renunció a la energía nuclear en un referéndum organizado en 1987, poco después de la catástrofe del 26 de abril de 1986 en Chernóbil, en Ucrania, y cerró sus cuatro centrales nucleares. "No se puede evitar más tiempo un plan de acción para volver a la nuclear", declaró el ministro, recordando que se trataba de una promesa de campaña de Silvio Berlusconi. "Sólo las centrales nucleares pueden producir la energía a gran escala y de manera segura, a un coste competitivo y en cumplimiento del medio ambiente", destacó Claudio Scajola.
Italia sufre de una doble dependencia, hacia el extranjero y hacia el gas y el petróleo, que afecta de pleno su competitividad con el resplandor del precio del crudo y la dificultad añadida de cortes de suministros.
Italia depende en un 87% del extranjero para su consumo de energía. El petróleo es el principal combustible utilizado (43 %) frente el gas (36 %). Para sus necesidades de gas, depende al 67% de Rusia y Argelia, según el gestor del mercado eléctrico italiano. Además Italia es tributaria al 60% del gas para producir su electricidad, según Enel, el número uno italiano de la electricidad.
El anuncio de Scajola fue saludado por Enel, de que es accionista el Estado italiano al 30%, y por el número dos del sector en Italia, Edison, controlado por el número uno mundial de la nuclear EDF. Enel encontró competencia en energía nuclear readquiriendo al número uno eslovaco de la electricidad, Slovenske Elektrarne (SE). Los dueños de los dos grupos declararon inmediatamente que estaban listos para trabajar con el Gobierno para afrontar este reto.
El camino promete sin embargo ser largo debido a las resistencias políticas y de entidades así como de los plazos y costes de construcción de una central. "Entre la creación de un organismo que administrará la energía nuclear, la autorización para establecer un lugar y finalmente la construcción de una primera central nuclear, difícilmente podría entrar en funcionamiento antes de 2020", consideró el presidente de Edison, Umberto Quadrino, mientras que su homólogo de Enel menciona un plazo de 7 a 10 años.
El anuncio del Gobierno despertó la hostilidad de las asociaciones como Legambiente, la primera en Italia para la defensa del medio ambiente, que se dice preparada para "una oposición muy dura" y se pregunta cómo financiará el Gobierno un proyecto tan costoso. "El señor Scajola habla de nueva generación, dejando entender que se trata de la cuarta generación que está aún en una fase embrionaria y cuyas centrales estarán, si todo va bien, disponibles de aquí a 20-25 años", destacó su presidente, Vittorio Cogliati Dezza, en un comunicado.
"Volver a la nuclear en Italia en 5 años (el tiempo de una legislatura) es un perjuicio ideológico", criticó por su parte Ermete Realacci, responsable de medio ambiente en el Partido demócrata (izquierda).