Así, el sector eléctrico ha superado las emisiones asignadas para el período 2005-2007 en un 15%, mientras que los sectores industriales incluidos en la directiva de comercio de emisiones han cumplido con los objetivos marcados en el Plan Nacional de Asignación de derechos de emisión 2005-2007, con un margen del 6,1% de superávit. El déficit total entre lo permitido y lo emitido es del 4,1%, incluyendo la combustión.
Si fuera el año 2012, el último año del protocolo de Kioto en vigor, esta diferencia de cuatro puntos porcentuales se habría tenido que compensar con la compra de derechos de emisión en el mercado internacional, para poder cumplir con lo firmado en Kioto. Los sectores industrial y eléctrico son responsables del 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero. El 55% restante corresponde a los sectores difusos (vivienda y transportes).
El déficit de energía nuclear no fue compensado por las energías renovables, a pesar de que tuvieron el año pasado un buen comportamiento; de hecho, el 80% del aumento de la demanda fue cubierta con renovables, sobre todo con eólica, pero no fue suficiente. Las emisiones totales de industria y sector eléctrico en 2007 aumentaron un 3,8% respecto a 2006. Al sector eléctrico le corresponde un incremento del 6,2%, mientras que la industria estabiliza sus emisiones.
El Gobierno argumenta que este aumento se produce en un "contexto de crecimiento económico fuerte" y recuerda que las emisiones crecen "por debajo del PIB durante el periodo 2005-2007". Además, que el sector industrial emita lo mismo con un incremento en la producción significa que las emisiones por unidad de producto mejoran.
Con estos datos, se mantienen las previsiones del Ejecutivo de cumplir el Protocolo de Kioto, que sólo permite a España aumentar en un 15% de sus emisiones en 2012, respecto a 1990. Los 37 puntos que nos separan de Kioto se alcanzarán con el fomento de las energías renovables y ahorro y eficiencia energética.
Las nucleares también contaminan
De cualquier forma, en el caso de una central nuclear, hay que considerar toda la energía consumida en su construcción, en el minado y procesado de uranio, en su desmantelamiento y en la gestión de todos sus residuos. Aún cuando no hay estudios serios sobre esta cuestión, es muy probable que la energía neta producida no sea demasiado importante, sobre todo si se contabilizan los costes de gestión de unos residuos que mantienen su peligrosidad durante miles de años.
Por mucho que a los efectos de las compañías eléctricas estos costes se "externalicen" cargándolos al sector público, a nivel social hay que tenerlos en cuenta a la hora de valorar la rentabilidad total de una central nuclear.
Los defensores de la alternativa nuclear deben calcular el saldo neto de energía que produce una central para que socialmente podamos decidir si este saldo compensa los riesgos de seguridad y de residuos que la sociedad asume.