30/01/2008 - 12:47h

Nucleares: se vuelve a repetir la historia de los años setenta

El Susquehanna Steam Electric Station.La primera ola de construcciones nucleares en EEUU arrancó después de que las empresas constructoras firmaron unos primeros contratos a precios cerrados, unos precios que no tenían nada que ver con los costes reales, sino que estaban calculados para que el KWh nuclear saliese competitivo con las otras alternativas con que los comparaban. La industria utilizó la firma de estos primeros contratos-cebo por «demostrar» que la energía nuclear ya era competitiva y así enredar al resto de eléctricas para que firmarán contratos sin cláusulas de protección contra aumentos de costes.
Cuando la realidad se hizo evidente y se comenzaron a conocer los costes reales, allá por los añoa 1973-1974, coincidiendo con la subida de precios del petróleo, la venta de nucleares cayó en picado, y ya no hubo ningun otro pedido a partir de 1978, un año antes del accidente de TMI. La nuclear ya estaba herida de muerte, por razones económicas, antes del accidente de Harrisburg, que acabó de enterrarla porque hizo evidente la necesidad de más seguridad, y por lo tanto de más costes.

El aumento de los precios del petróleo y el aumento de la seguridad tuvieron como consecuencia que los costes de las centrales se multiplicasen por 10, y se impuso la moratoria nuclear en gran parte del mundo, excepto en Francia, donde era el Estado quien las construia, fuera de toda lógica económica, y muy ligadas a la «force de frappe».

Ahora volvemos a repetir lo mismo. Todas las comparaciones de costes hechas en los últimos años suponían una inversión de unos 2.000 $/KW, porque esta era la cifra que se supone que las hacía competitivas, y Areva vendió un EPR a un precio cerrado de 3.000 millones de euros por un reactor de 1.600 Mw (menos de 2.000 €/KW). Ahora ya sabemos que como mínimo costará el doble.

La empresa Moddy's, de evaluación de riesgos, ha dicho que a la hora de valorar el riesgo económico de una eléctrica que quiera construir una central (y por lo tanto el interés que tendría que pagar por un crédito) utilitzará una estimación de costes de 6.000 $/KW, el triple de la cifra que se supone las hace competitivas con el gas y el carbón.

Progress Energy Florida, una de las empresas que tiene solicitada una licencia para construir en EEUU, estimó en diciembre de 2006 un coste de entre 5 y 7.000 millones de dólares por dos reactores que sumarían 2.200 Mw (entre 2.500 y 3.500 $ por KW). Hoy se estiman ya en unos 10.000 millones de dólares (unos 5.000 $/KW). Y la Florida Power & Light dice que su evaluación del coste real está entre 12 y 18.000 millones de dólares (entre 5.500 y 8.500 $/KW).
 
La Shippingport Atomic Power Station en Shippingport, Pennsylvania, fue el primer reactor nuclear EEUU, en 1957. 
 
 Todas estas estimaciones son «overnight costs», o sea, suponiendo que la construcción se hiciese en una noche. Como que la construcción dura años, tienen que sumarse todos los intereses acumulados durante el periodo de construcción. La experiencia francesa en Finlandia es también interesante: dijeron que tardarían 4 años, porque eso es lo que decían los modelos económicos que los fineses usaron para «demostrar» que la opción nuclear era la más competitiva. De momento, ya están a 6,5 años y veremos, si es que la acaban, cuando habrán tardado y quién se tragará la diferencia entre el precio cerrado y el coste real.

Todas estas estimaciones se hacen, también, con el precio de las materias primas (hormigón, acero, petróleo, sueldos, etc.) en el momento de hacer la estimación, sin tener en cuenta la evolución de estos costes durante los años de construcción.

Todo ello, un marketing-engaño en el que las eléctricas no parece que quieran volver a caer. Hace unos días, Georgia Power, otra de las compañías que ha pedido una licencia a EEUU, a punto estuvo de romper las negociaciones con Westinghouse, precisamente por los costes y los plazos de construcción, pero sobre todo por los mecanismos de actualización de estos costes. Se han concedido un mes más de negociaciones. Sólo AREVA, con la garantía del Estado francés, se ha atrevido a construir un reactor a precio cerrado, y veremos como acaba.

Lo cierto es que a pesar de que 20 empresas han iniciado el proceso de licencia en EEUU, ni una sola se ha comprometido aún, tres años después del plan de Bush -que reparte miles de millones en subvenciones-, a iniciar la construcción de una primera central. Y ahora que han pasado a negociar los posibles contratos de construcción, se dan cuenta de que es como si volviesen al pasado. Que tal vez sí que las centrales son de «nueva generación», pero que los problemas siguen siendo los de siempre, los mismos que por la «vieja generación», que todo está igual y que la subida de precios del petróleo, al contrario de lo que dicen los partidarios de la nuclear, hace económicamente inviables las construcciones nucleares.

Es un pez que se muerde la cola: la subida de los precios del petróleo y del gas, dicen, hace competitiva la nuclear. Sin tener en cuenta que la subida de los combustibles fósiles también impacta muy significativamente los costes nucleares, y que al final la nuclear acaba siendo más costosa, sean cuales sean los precios del petróleo y del gas. Cometen uno «error» de principiante: comparar los costes nucleares actuales con los costes fósiles en el futuro.

Los bancos, que deben saberlo, ya han dicho que sin el 100% de garantía de los créditos por parte del Estado no harán préstamos para construir nucleares. El Plan de Bush prevé la garantía estatal sobre el 80% del coste de las primeras seis centrales. Pero con el 80% los bancos no tienen bastante: o el 100% garantizado o no hay crédito. Una muestra más de la confianza que tienen sobre la viabilidad de las nucleares: o alguien pagará, a toda costa, o no jugamos. Una actitud lógica, dado que nadie sabe lo que costarán, y la experiencia dice mucho, mucho más que cualquier estimación que hagan los que las quieren vender.

El famoso Renacimiento Nuclear parece que tiene muchas dificultades para pasar de ser una campaña mediática a ser una realidad. De momento, los hechos nos están dando la razón a los escépticos.

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