Hace cuarenta años se decía que había petróleo para cuarenta años.
La profecía no se ha cumplido por el esfuerzo de los países productores en explotar yacimientos con mejores condiciones tecnológicas. En este momento, las reservas mundiales se reducen a 1.300 millones de barriles de petróleo y 173.000 millones de metros cúbicos de gas. Unas cifras que, al ritmo de crecimiento constante en el consumo contando con los yacimientos tradicionales, se traducen en unos 40 añós de petróleo y 65 de gas natural. La tecnología podría extender de nuevo esta fecha límite, pero los más optimistas señalan que las fuentes de energía alternativa acabarán antes con la sobredependencia actual del oro negro.
"Es de esperar que la edad del petrólo se termine porque el desarrollo de otras energías lo sustituyan, más que por razones de agotamiento", apunta José María Marín en el informe 'La energía que nos viene', de la Fundación de Cajas de Ahorro. Estados Unidos y Europa son regiones importadoras netas de energía y, por tanto, altamente vulnerables a la producción de hidrocarburos (petróleo y gas), que cubren un 65% del consumo energético. Desde el otro extremo, Oriente Medio tiene la sartén por el mango: concentra el 31% de la producción mundial y cuenta con el 58% de las reservas internacionales de crudo y el 4% de las de gas.
El escenario actual, con el precio del barril en torno a los 70 dólares, parece que se mantendrá en los próximos meses por un motivo geoestratégico. Los países productores de crudo son precisamente los que sufren una situación política más inestable, por loque condicionan los precios y el crecimiento de la economía mundial. "La proximidad entre la oferta y la demanda en el mercado del crudo produce que cualquier incidencia se traduzca en un incremento de los precios energéticos", explica el autor del estudio. Además de la escalada de violencia en Oriente Próximo -que se podría extender a Irán y Siria-, Marín cita como ejemplos los conflictos étnicos en Nigeria, las actividades nucleares en Irán en contra de la comunidad internacional, los huracanes en América y la precaria situación en Sudán y Dafur, así como la "atonía de las inversiones".
No obstante, el verdadero núcleo geoestratégico del que dependen los consumidores de hidrocarburos está formado por un triángulo entre Irán, Irak y Arabia Saudí. En un segundo plano, Rusia, Venezuela y Bolivia tienen un papel relevante.
La tendencia alcista del precio del petróleo desde comienzos de año ha vuelto a tratocar las previsiones de inflación. Si el barril se mantiene entre 70 y 75 dólares en la segunda mitad del año, la tasa interanual del IPC podría descender al 3,3% después del verano y repuntar de nuevo hasta el 3,7% en diciembre. El aumento medio anual se situaría en el 3,8%. Con el petróleo en torno a 75 dólares durante 2007 y el euro revalorizándose frente al dólar, la inflación debería disminuir hasta una tasa media anual del 3,2%. "Losefectos están siendo más moderados de lo que cabría esperar", señala el informe de Funcas. Las previsiones de crecimiento para España, basadas en una quincena de organismos, avanzan un 3,4% este año y un 3,1% en 2007. Sin embargo, el Gobierno mantiene su estimación en un 3,3% este año, un dato que elevará en el próximo Consejo de Ministros.
La Unión Europea sigue siendo incapaz de conformar una política común sobre energía que reduzca la vulnerabilidad ante la falta de suministro. "La UE ha carecido de la amplitud y la tenacidad deseable", señala el informe de Funcas. Esta política "estimularía un comercio regional más eficiente de las importantes reservas de crudo del Caspio", añade. La UE, que en 2030 dependerá al 70% del suministro de energía exterior -un 40% del gas ruso-, "debería intensificar su capacidad de influencia sobre Rusia para que garantizara la libertad de comercio y tránsito, la protección de las inversiones, la eficiencia en la utilización de la energía, el respeto por el medio ambiente y, sobre todo, un foro para superar los conflictos".
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Fuente: Expansión, 27 de julio de 2006