Algo parecido ocurrió con la organización de la seguridad de las instalaciones nucleares, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. al menos, es lo que se pensaba hasta entonces.
Hace algunos meses, según contaba
The Washington Post en su edición del pasado viernes, un miembro de un equipo de guardias armados de la central de
Peach Bottom (Pensilvania) sorprende a varios de sus colegas a punto de echarse… !una siesta! Naturalmente, alerta a su jefe, de la compañía de seguridad Wackenhut. No hay reacción. Consternado, Kerry Beal comunica su indignación a la oficina local de la Nuclear Regulatory Comisión (NRC). El gendarme de la nuclear americana da algunas precisiones a Exelon, que explota la central, pero reconocen no saber nada.
La investigación se detiene. Hasta que el empleado indignado por el comportamiento de los vigilantes transmite a una televisión neoyorquina un vídeo que muestra la falta de asiduidad en el trabajo de sus colegas. El escándalo estalla. Y las reacciones no tardan. Exelon rompe el contrato por el cual Wackenhut garantiza la protección de sus 10 centrales nucleares.
El problema, es que la compañía de seguridad garantiza también la vigilancia de 21 centrales nucleares sensibles, incluido el complejo Y-12 donde el DOE arma y almacena armas nucleares. En su defensa, Wackenhut explica que su cliente nunca ha dado consignas de seguridad claras. Lo que reconoció al final de los labios al presidente de Exelon, John Rowe.
Lo que recuerda, en su investigación, el diario americano es que no es la primera vez que la empresa de seguridad se hace notar en el sector nuclear. La Unión of Concerned Scientists afirma recibir, desde 2001, denuncias de asalariados acusando a Wackenhut de imponerles duraciones de tiempo de trabajo superiores a 60 h por semana.
En 2006, la NRC abrió una investigación a la central de Turkey Point para comprobar estas alegaciones. Por otra parte, algunos guardias de Wackenhut están convencidos de que existe tráfico de armas en algunos centros nucleares. En resumen, quizá sea ya tiempo de reconsiderar la seguridad de las centrales nucleares americanas.