La CE tomará medidas coercitivas si no se reducen las emisiones
O los fabricantes de automóviles se esmeran más en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono de los coches que sacan al mercado o la Comisión Europea dictará una reglamentación que no les deje otro remedio que la pena por sanción.
Los fabricantes de automóviles han avanzado en la construcción de motores menos contaminantes, pero aún están lejos de cumplir sus compromisos respecto a la reducción de emisiones de ese veneno llamado dióxido de carbono (CO2). La Comisión Europea advirtió ayer a la industria de que, una de dos, o bien deja de arrastrar los pies y aumenta por las buenas sus esfuerzs en pro de un aire más sano, o bien el Ejecutivo de Bruselas recurrirá a medidas coercitivas.
Entre 1999 y 2000, el órgano comunitario arrancó al sector el compromiso de un importante recorte en las emisiones de CO2 de sus nuevos vehículos. Tal como recordaron ayer los portavoces de la Comisión, las principales asociaciones de fabricantes de Europa, Japón y Corea prometieron que para los años 2008 (fabricantes de la UE) y 2009 (Japón y Corea) los niveles medios de contaminación procedentes de los tubos de escape de sus coches serían un 25% inferiores a los de 1995. Las emisiones medias se limitarían así a 140 gramos de dióxido de carbono por kilómetro. De este modo, la UE lo tendría más fácil para cumplir su propio compromiso político interno de situar los niveles en 120 gramos/Km al año 2012.
Pero tales metas, acordes con los objetivos de Kioto sobre contención de los gases contaminantes con efecto invernadero, parecen hoy muy difíciles de conseguir. Primero, porque la reducción global en las emisiones medias de CO2 apenas ronda la mitad del objetivo fijado, ya que el recorte desde 1995 apenas supera el 12,4% según los últimos registros obtenidos (de 2004). Y segundo, porque, a pesar de esa disminución relativa, el total de emisiones de dióxido de carbono del tranporte por carretera -la mitad de ellas debidas a los turismos- ha aumentado en un 22% desde 1990. La razón está, según la Comisión, en "el crecimiento del parque de automóviles y el aumento de las distancias recorridas anualmente"; es decir, en el simple y patente hecho de que cada día tenemos más coches y los usamos más, hasta el punto de que tal abuso anula los avances conseguidos mediante la construcción de coches más limpios.
La comisión " no dudaría en cambiar la zanahoria por el palo" si constara que la industria no hace los deberes, los cuales implican reducir las emisiones en cuestión a un ritmo del 3% anual desde ahora. Así lo dijo el portavoz de Industria y Empresas del Ejecutivo comunitario, Gregor Kreuzhuber. Más políticos, el comisario del ramo, Günter Vcrhcugen, y el responsable del Medio Ambiente, Stavros Dimas, consideraron la situación "insatisfactoria" y pidieron a la industria un "esfuerzo suplementario" para no obligar a Bruselas a dictar un reglamento con posibles sanciones (el palo) en lugar de limitarse a ofrecer ventajas fiscales por el uso de coches menos contaminantes (la zanahoria)
Fuente: Fernando García, La Vanguardia, 30 de Agosto del 2006