Se fabrican a partir del petróleo y tardan unos 1.000 años en degradarse. Las campañas institucionales no han parecido calar hondo en la población vasca, y los ecologistas y algunos colectivos ciudadanos han decidido intentar concienciar también por su cuenta. En algunos países ya están prohibidas.
Lo que solicita esta esta campaña es la introducción de un impuesto de 20 céntimos para frenar el consumo indiscriminado de estas bolsas, que se invertirían en la investigación de tecnología de reciclaje. Esta medida existe ya en muchos países europeos desde hace tiempo. Otra opción sería utilizar bolsas de otro material, como papel, almidón de patata o maíz, o incluso usar bolsas de plástico reciclado. El problema de las bolsas de origen alimentario sería una posible subida en los precios de esos alimentos.