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Lo mejor para llevar el bocadillo y la bebida sería colocarlos en recipientes reutilizables, como por ejemplo, un taper de plástico. De esa forma se evita que el niño pierda el relleno y, por otro lado, puede utilizarse a diario. En cuanto a la bebida, sería ideal disponer de un envase tipo termo de menos de 500 ml o una pequeña cantimplora. De este modo, cada mañana podemos rellenarlo directamente de un envase de uno o dos litros -aunque sea de tetrabrik- y evitamos los minienvases que normalmente acaban en la basura convencional sin reciclar.

En general, la idea es utilizar un tipo de bolsa, envase o embalaje que sea utilizable múltiples veces y que no requiera un lavado profundo.

Lo mejor, sin embargo, es predicar siempre con el ejemplo. Así, unos progenitores que impongan un estilo de vida más frugal en su hogar es, en realidad, más coherente de las soluciones. Visionar en familia y comentar películas como -Una verdad incómoda debería servir para protegerles de la inconsciencia que supone el sobreconsumo. Para los máspequeños, películas de animación como Ferngully o hapy Feet son un buen motivo para reflexionar sobre la importancia de proteger el medio ambiente si queremos que la naturaleza sobreviva.

Fuente: Fundación Terra